La Vida Religiosa en
su esencia misma, es mal interpretada como una vida de sufrimiento, de renuncia
tal vez innecesaria para muchos cuyos pensamientos somos envueltos en las corrientes
seculares del mundo, a quienes es triste y necesario decir, nos puede llegar a
faltar amor por Dios y por nuestros hermanos, pues cuando se ama, se entiende
en su totalidad esta heroica entrega de tantas almas que desde los Claustros de
sus Monasterios, edifican al mundo en el Amor del Corazón de Jesús, y que se
convierten en esas palomas bellísimas que buscan su nido en lo más dulce del
Amado, compartiendo de él, sus dolores y sus angustias, para ser bálsamos de
consuelo y alivio, pero también de una manera más perfecta, de sus alegrías al
contemplar como por esta vida sacrificada y amorosa se salvan tantas almas.
Reflejo de Cristo
maniatado en el Pretorio, porque de un modo místico siempre real y actual, la
Vida Consagrada participa de la persecución misma de Su Señor, permitiendo la
purificación cada vez más constante de su esencia, porque al contemplar al
Crucificado, al traspasado, al que ha sido maniatado y hecho oprobio, podemos
contemplar también como nosotros mismos sufrimos esa realidad, y quizá, en
nuestra vida terrena y mundana, hemos sido participes de acrecentar ese dolor
en nuestros hermanos, quizá de una manera negligente y hasta cierto modo
inocente de nuestro proceder por ignorancia o sin darnos cuenta de ello, pero
ahora, es una venda que se ha descubierto de nuestros ojos, para contemplar
abiertamente las realidades nada ajenas de nuestra vida, que aun desde los
Claustros, están llamados a rebatir y a trabajar porque esta situación del
mundo termine, y sea extirpado de él, todo síntoma de injusticias, de
inmoralidades y de falta de identidades propias que corresponden a quienes han
sido ya rescatados de sus males. La Vida Consagrada permanece maniatada en los
Claustros, no porque no puedan o tengan la libertad de salir, sino porque en su
renuncia voluntaria, han decidido edificar al mundo de manera más perfecta que
los que permanecen inmersos en él. Su pretorio es la Capilla, lugar Santo donde
día a día se encuentran con Cristo, y su columna el reclinatorio donde
permanecen en constante y amorosa oración para sostener al mundo entero, su
flagelo, todo lo que abarca su vida comunitaria, el esfuerzo de su trabajo, el
esfuerzo de amar y servir a sus Hermanas y Hermanos dentro de la casa y el
servir con la palabra y la oración a quienes se acercan con confianza a
ustedes, nosotros, los fieles que necesitamos ese sostén y esa oración.
Permanecer en el
Sepulcro junto con Cristo, es permanecer oculto al mundo, aun sabiendo que tal
vez afuera podremos hacer aún más, pero para este estado de vida, esa es una
tentación fortísima con la que muchas veces las almas consagradas tienen que
luchar. Permanecer en el Sepulcro con Cristo, no es otra cosa que permanecer
escondidos muy adentro de su Santísimo y Amante Corazón, teniendo en él nuestra
mejor morada, que opaca infinitamente la morada terrena que puede ser el
Monasterio o la Casa donde se viva. Permanecer siempre encerradas, encerrados
con el amado, y aun cuando nuestras ocupaciones o nuestro descanso nos impidan
permanecer en el reclinatorio, acompañando a nuestro Señor en el Santísimo
Sacramento, que nuestro corazón permanezca encerrado en el Sagrario junto con
Él, para que en cada latido, sea una alabanza perfecta y la mejor compañía que
podamos darle cada momento. Ese es el Sepulcro agradable al Señor, que pongamos
en Él, nuestras moradas, y que nuestro corazón también sea un sepulcro a todo aquello
que nos aparta de Cristo, y donde por amor, tengamos aprisionado al Señor,
donde a cada momento él sea quien resucite en nosotros para llenarnos de la
Gloria de ser hijos, hijas amadas, amados del Padre por mediación de la Acción
del Espíritu Santo en nosotros por medio de Cristo, el Señor.
Que no se pierda
nuestra mirada en Cristo, esa es exigencia siempre presente y siempre necesaria
de la Vida Consagrada, caminar detrás de Cristo que asciende hacia el Calvario
para cumplir la Voluntad de Dios, los Votos Evangélicos no tienen ningún
sentido si los alejamos de esto. Pues ellos, son un “accesorio” que nos invitan a
encarnar al Cristo del Evangelio, al Cristo sometido a la Voluntad del Padre,
al Cristo que viene a salvarnos. Aun siendo de vivencia obligatoria, cuando les
amamos, toda obligación pasa a segundo plano y entendemos la verdadera razón de
vivirlos, de explotar al máximo lo que implica vivirlos. De la misma manera se
aplica a quienes somos consagrados ya desde el bautismo, que también somos
atados junto con Cristo, y que debemos, aún en el mundo, buscar hacer de
nuestro corazón, un claustro agradable que sea de verdadero encuentro con el
Señor, no solo por momentos breves de oración, sino a cada instante, a cada
momento, en las periferias donde nos encontramos y nos desenvolvemos. Donde
nuestro corazón, sea el Sagrario más perfecto donde desde ahí, Cristo ilumine y
conforte a quienes se han alejado de él, que sea por nuestro medio, que pueda
llegar a tantos corazones que le buscan y que tocan puertas falsas, que en
lugar de acercarles, les alejan de su Presencia, de su Amor y de su
Misericordia.
Y a nosotros como
fieles laicos comprometidos, también nos corresponde no criticar, ni mucho
menos tratar de entender la Vocación Religiosa, aunque loable es que asá sea,
entenderla desde el amor a Dios, sino también ser partícipes de esa misma
consagración a los demás, gastarnos las rodillas para que el Espíritu Santo
suscite cada vez más Vocaciones a la Vida Consagrada, hombres y mujeres capaces
de responder a este plan de salvación abierto a todos los hombre, de orar por
esos padres que al ver esta realidad en sus hijos, se cierran tendenciosamente
a soltarlos por respetos y egoístas intereses humanos. Para que sean abiertos
al plan de Dios, pero también por esos muchachos y muchachas que sintiendo el
llamado en sus almas, son presas del miedo y de sus intereses personales, que
ponen como un obstáculo para responder generosamente. Y preguntarnos también
nosotros mismos… ¿Señor… me llamas a ser ese reflejo de amor desde la
Consagración total de mi vida? ¿Puedo yo… consagrarme a Dios? Y ser capaces
también de responder: “Señor, aquí estoy, vengo para cumplir tú Voluntad… ¿Qué
quieres que yo haga?”.
Envía, Señor,
operarios fieles y santos a tus campos, hombre y mujeres que dejándolo todo,
quieran servirte con entereza y amor, negándose a sí mismos por amor a ti y a
tu Obra de Salvación. Envía no solo abundantes Vocaciones, sino Vocaciones
Santas, consagradas y comprometidas con el Reino de los Cielos, capaces de dar
aún su propia vida por causa de la Cruz que nos compartes para la Salvación.
Y sí descubrimos que
nos llamas a nosotros mismos para completar tu Obra de Redención, danos tu
Espíritu Santo, para responder con valentía a los esfuerzos que nos implica
caminar detrás de ti con nuestra cruz de cada día. Y vivir siempre fieles a tu Voluntad y a tus
inspiraciones.
Te lo suplicamos por
la intercesión del Inmaculado Corazón de María, Reina y Madre de los
Consagrados, que a ejemplo suyo, sepamos permanecer fieles, firmes y constantes
en oración, guardando como lo hizo Ella, todo cuanto recibamos de ti, en
nuestros corazones, para meditarlo constantemente y llevarlo a la vivencia de
las Buenas Obras para Salvación de los hombre y consuelo de Tu Sacratísimo
Corazón. Amén”.
Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María
Mexicali, B. C., 02
de Febrero de 2017. Fiesta de la Purificación de María, Día de la Vida
Consagrada. Año Jubilar por el Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora
en Fátima.
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