martes, 30 de enero de 2018

Carta al Cardenal Robles Ortega



Mexicali, B.C., 16 de Diciembre de 2017
Asunto: Obra Sincretismo y Declaraciones


Eminentísimo y Reverendísimo Señor
Don Francisco, Cardenal Robles Ortega
Arzobispo Metropolitano de Guadalajara
Presidente la Conferencia del Episcopado Mexicano
P R E S E N T E. –


            Me permito saludarlo Sr. Robles Ortega, pidiendo que verdaderamente lo ilumine el Espíritu Santo.

            Sinceramente le escribo estas líneas como Hijo de la Iglesia de Cristo, por la Gracia de Dios y por el Bautismo, Católico. Me llamo Mauricio Parra Solís, soy un Laico Comprometido de la Diócesis de Mexicali. Le escribo estas líneas profundamente triste y decepcionado ante su actuar y declaraciones como Prelado de la Santa Iglesia. Sentimiento, que no soy el único que lo siente ni lo participa.

            Recientemente ha dado unas tristes y pésimas viniendo de un Obispo, más aun, un Cardenal, cuya Misión es DEFENDER la Integridad de la Fe. Ha dicho usted:

            “Ya no se anduviera moviendo a la gente contra la obra (por cierto blasfema) “Sincretismo”… Qué México ya no es todo Católico y que (según usted) hay muchos medios de Salvación, no solo por la Iglesia Católica… Qué “Sincretismo” es una “obra” de arte y tienen que respetar”

            ¡Qué tristeza Señor Robles Ortega! Que siendo usted “Pastor” de la Iglesia Católica, tenga este pensamiento que no es sino de un dignísimo hijo del Hereje de Lutero, tan ensalzado hoy tristemente por Roma. Ha dicho que “México ya no es todo Católico”… ¿y cómo? Con Pastores con esta mentalidad doctrinal tan mediocre. Cómo con el pésimo testimonio de Vida Consagrada que muestran aunque pocos, los Sacerdotes y Religiosos, los incontables abusos en la Liturgia, y demás aberraciones. Ha dicho tristemente que “hay muchos medios de salvación”… ¿Es que acaso Cristo Fundó la Iglesia nada más como un pasatiempo para entretener a las gentes y dar un quehacer a los holgazanes de los Apóstoles? ¡FUERA DE LA IGLESIA NO HAY SALVACIÓN!

            Qué panorama tan triste y deprimente se puede observar que los Obispos se preocupan del mundo y el demonio menos de ser Fieles a la Iglesia y a su Misión. Y no es mi pensar solamente, sino de multitudes de Católicos. Es una burla y una deshonra.

            Sincretismo, una “obra de arte” como usted defiende y hace alarde… No es sino una Blasfemia contra la Inmaculada Madre de Dios, que en su Advocación de Guadalupe ha querido llenar de la Gracia de Dios este suelo. Igualar al Demonio, la Serpiente y Satanás a la Madre de Dios, no solo es una indecible blasfemia, sino una herejía. Y que desgracia que los “Obispos” como su Eminencia le defiendan.

            Más valentía y dignidad Pontifical, ciertamente ha tenido Su Eminencia Ilustrísima Don Juan Sandoval Iñiguez al levantar la voz exigiendo sea respetada la Fe de la Iglesia, sea respetada la Madre de Dios. Y defendido y escuchado el clamor de tantos Hijos de la Iglesia que exigen lo mismo. Mientras que usted, les critica, nos critica por levantar la Voz en el Derecho que nos asiste, cuando usted, debe defender al Rebaño y Dar la Vida por él, lo entrega al lobo rapaz, no se ha hecho pastor, sino esquilador y lobo.

            Pido con insistencia al Espíritu Santo lo ilumine y le alcance el Don de la Conversión para tomar con dignidad el Cayado que empuña como Pastor y reconozca que su Misión es Defender a la Iglesia y no al Mundo. No le pediré que responda a esta carta, porque es un hecho que Su Eminencia no responderá, puesto que reconocemos que su silencio, como el de tantos, no es sino la afirmación de que no es de Cristo, sino del mundo. “No pueden servir a dos amos” dice Cristo en el Evangelio, y un Obispo, Padre mío, no puede servir al Mundo y pretender Glorificar a Dios.

            Pido me bendiga, en conciencia, de nada de lo que aquí me he atrevido a escribir tengo que arrepentirme, como enseña la Gran Santa Catalina de Siena: “Por callar está podrido el mundo”.


            Fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Fidelidad a la Tradición de la Iglesia.


Mauricio Parra Solís