sábado, 24 de junio de 2017

Ordenación Diaconal



"Esfuérzate en creer lo que lees,
enseñar lo que crees
y vivir lo que enseñas"

(Rito de Ordenación Diaconal)


Desde este Blog, queremos Felicitar al Hermano
Gastón Mendiola Arroyo
(A la Izquierda)
por su institución en el Sagrado Orden del Diaconado,
Recibido en la Diócesis de Orange, CA.
de Manos del Excelentísimo Señor Obispo Diocesano
D. Kevin W. Vann
hoy 24 de Junio de 2017
Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista.

A la vez que elevamos insistentes Súplicas al Paráclito,
para que le fortalezca y le santifique en su Nuevo Ministerio
de Servir al Pueblo de Dios.
Con fidelidad a Cristo y a la Santa Iglesia de Dios
en el Servicio a la Verdad del Evangelio y del Magisterio.

Dios te bendiga Hermano.


Atte.
Mauricio Parra Solís
Administrador

sábado, 17 de junio de 2017

De cómo Dios elige una Vocación

Un mesonero buscaba una vasija para un estimado cliente.

-Elígeme a mí grita una copa dorada-. Brillo y estoy reluciente. Mi belleza y lustre superan a los de todas los demás. ¡El oro es lo mejor!

El mesonero siguió inspeccionando sin decir una sola palabra.
Se quedó mirando una copa plateada de silueta curvilínea y alta:

-Estaré en tu mesa siempre que te sientes a comer. Mi diseño es elegante. Además, la plata viste mucho.

Sin prestar mayor atención a lo que oía, el mesonero puso sus ojos en una copa de bronce. Estaba pulida, y además era amplia y poco profunda:

-¡Fíjate, fíjate!gritaba la copa-; sé que te serviré. Colócame sobre la mesa para que todos me vean.

-¡Mírame!suplicó la copa de cristal-. No oculto nada, soy transparente y clara como el agua de un manantial. Aunque soy frágil estoy segura de que te haré feliz.

El mesonero se acercó después a una copa hecha de madera. Estaba bien pulida y labrada, parecía sólida y robusta:

-Tengo muchos usos, señordijo la copa de madera-. Aunque es mejor que me utilices para agua, no para el vino.

Por último el mesonero reparó en una copa de barro cocido. Estaba algo rota, sucia, polvorienta y arrumbada en un rincón de la bodega.

-¡Aaaaah! Ésta es la copa que andaba buscando. La arreglaré la limpiaré y la utilizaré. No busco una que esté orgullosa de sí misma. Sólo necesito una sencilla copa de barro, resistente y fuerte en la que el continente no distraiga de la calidad de su contenido.

Luego, con cuidado, tomó aquella copa de barro, la compuso, la limpió, la llenó y se dirigió a ella con simpatía:

-Este es el trabajo que quiero que desempeñes: dar a los demás lo que yo te doy a ti.

Dios elige a quien quiere. Dios no nos necesita, pero nos quiere. Que Dios nos elija es siempre un don suyo. No lo merecemos nunca. El modo que tiene Dios de elegir no coincide muchas veces con el nuestro. Nosotros solemos guiarnos por las apariencias. Él elige mirando la sencillez, la pureza y la generosidad de nuestros corazones.




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Tomado de: https://adelantelafe.com/dios-elige-da-una-vocacion/

martes, 13 de junio de 2017

Estación al Santísimo Sacramento (Corpus Christi 2017)




Adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar



Oración Inicial

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el Fuego de tu Amor.
Envía Señor tú Espíritu y seremos renovados,
capaces de incendiar al mundo con el fuego de tu amor.
Has morada en nosotros, y ven en nuestro auxilio,
por nosotros mismos, no sabemos expresar lo agradable al Padre,
ora en nosotros Divino Paráclito, con gemidos que no sabemos expresar,
completa la alabanza de nuestra lengua
para que sea verdaderamente agradable nuestro incienso.
Te lo pedimos por intercesión del Inmaculado Corazón de María,
Primer Sagrario de Jesús Sacramentado,
Modelo Fiel y Verdadero de los Adoradores.
Amén

1
Soberano Señor Sacramentado,
a quien adoramos con todo el corazón,
en quien creemos por encima de todas las cosas,
de Quién esperamos todo bien,
y a quien amamos por encima de todas las cosas.
Venimos a Tú Presencia como pecadores, verdaderamente arrepentidos
a suplicar de Tu Sacratísimo Corazón,
perdón y misericordia, pues por nosotros mismos, por nuestras culpas,
pesa sobre nuestra cabeza la justa sentencia de la Condenación,
más con ánimo y corazón arrepentido, nos postramos ante Ti,
Clamando con humildad que nos perdones.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…

2
Perdón Señor, Perdón por los pecados de mi pueblo,
Perdón por la negligencia y la frialdad en nuestro actuar,
Perdón por los ultrajes que te hieren y te lastiman,
Perdón por la falta de Fe para creer tu Palabra,
Perdón por los escándalos públicos que tan mal testimonio ofrecemos.
Si tomas en cuenta nuestros delitos, Señor, ¿Quién podrá defenderse?
Pero Ti, ¡Oh Dios clemente y lleno de bondad! Vuelve hacia nosotros
la mirada compasiva de la Cruz
y derrama tu Sangre para limpiar la ceguera de nuestros ojos.
Se repite en cada Estación


3
Nos hemos vuelto duros y cómplices al haber derramado sangre inocente,
nuestro suelo está manchado con la sangre derramada del Aborto,
agrietado e infecundo para producir fruto bueno de caridad y de compasión.
Hemos endurecido nuestros corazones y hemos perdido el respeto
por la dignidad de la vida, sintiéndonos dueños de ella y tomándola
salvajemente como si fuéramos animales en batalla unos con otros.
Sangre que clama a Tú presencia, ¡Oh Dios! Y que merece atraer sobre nosotros
de tu mano justiciera la cólera y la ira de poner un escarmiento.
Sube a Ti el clamor de los inocentes, 
como la Sangre de Abel que fue tomada por Caín.
¿Hasta cuándo Señor, tendrás que soportar nuestra ceguera  y la dureza de nuestro corazón? ¿Hasta cuándo seremos capaces de abrir los ojos y pedir perdón?

Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…


4
Suba Señor, hasta tu Templo Santo el clamor de nuestras súplicas arrepentidas,
y descienda sobre nosotros como lluvia y rocío que nos empape,
la Luz del Espíritu Santo para iluminar nuestras tinieblas
y despertar del letargo infame que nos ha hecho presa el enemigo de las almas.
Derrama Tu Sangre sobre nosotros, para ser liberados de las ataduras del pecado;
Derrama el Agua Purísima que broto de tu Costado Herido, y purifícanos.
Pues nosotros mismos no somos capaces de abrir los ojos y entender,
si Tú no nos iluminas, ¿Quién podrá entender? ¿Quién sería capaz de ver?
Poco es el tiempo que nos queda de batalla
y mucho el trabajo que debemos realizar, toma nuestra pobre pequeñez
y con ella edifica Tu Reino, somos Soldados tuyos, dispón como mejor te agrade.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…

5
Te hemos despreciado, Señor, cuando te nos ofreces tan mansamente,
permaneces en nuestros Altares y somos tan ingratos que pasamos de largo;
caminamos sin contemplarte y a las carreras, 
cuando ni siquiera los ángeles de tu Trono
te desplantan y se mantienen erguidos 
con altivez y soberbia como lo hacemos nosotros.
Y sufres con soberana paciencia nuestra infeliz ingratitud. 
¿Quién puede sorportarlo?
Pero el Amor, ¡sí! El Amor es quien te tiene prisionero por nosotros en el Sagrario,
siendo Dios, la Majestad del Cielo y de la Tierra, 
te has querido humillar con nosotros,
te has querido encarnar nuevamente en el Pan y en el Vino,
¡Pero somos tan ingratos! 
Te despreciamos y muchísimas veces si nos acercamos a Tú mesa,
No llevamos la pureza de los ángeles que deberíamos convertirnos para adorarte,
sino los demonios que con insolencia te blasfeman,
pues nos acercamos al Altar llenos de pecado y podredumbre espiritual.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…


6
Nos has donado el Sacerdocio, más… ¡cuántos de nosotros lo despreciamos!
cuantas veces conocemos una caída de tus Hijos más predilectos, los Sacerdotes,
y no somos capaces siquiera de elevar una oración por ellos.
Necesitan de nuestra oración y misericordia, 
así como nosotros la necesitamos de ellos
cada vez que nos acercamos a los Sagrados Misterios de los que son dispensadores.
Más sin embargo, somos los primeros en condenarlos, en apedrearlos,
no con tejas, pero si con nuestro resentimiento, incluso llegando a matarlos, ¡sí!
a matarlos espiritualmente muchas veces con la calumnia, con el resentimiento.
Hacemos la obra del demonio que quiere ver hundidos a los Ministros del Altar,
pues si cae el Sacerdote, caemos al infierno nosotros, nuestras almas también.
Y cierto es que agredimos a la persona, pero más que nunca,
es cuando volvemos a injuriar a Cristo, pues el Sacerdocio,
es el mismo Corazón Traspasado de Jesús que se nos entrega para la Salvación.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…

7
Mira Señor, lleno de compasión a tus Ministros, tus Sacerdotes,
que son tan grandemente tentados 
y sacudidos por el mundo, el demonio y la carne.
Purifica su amor, para que sean capaces de amarte por encima de todas las cosas,
ten misiericordia de aquellos que se han dejado envolver en la frialdad
y que han olvidado el Don que les has encomendado,
derrama sobre ellos el Fuego que brota de tu Corazón, 
para que ardan en verdadero amor,
y queme toda la escoria innecesaria que ha hecho nido en sus corazones,
Sé Tú, el único amor de su corazón, crucifícalos junto contigo,
para que muertos al mundo, puedan dar el verdadero fruto abundante,
puedan ser la sal y la luz 
que el mundo tanto necesita en estos tiempos de confusión.
Que te amen solo a Ti y que por Ti sean capaces de desgastar toda su vida
sin menospreciar incluso, por amor a Tú Voluntad, el mismo derramamiento de su sangre.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…



Ofrecimiento de la Estación

En memoria de Tú Pasión Santísima,
venimos a postrarnos a tus plantas, Señor,
con el alma verdaderamente afligida,
por la ingratitud de nuestras ofensas que claman justicia al cielo.
Permíteme entrar y contemplar Tú Presencia,
Alabarte, adorarte y reverenciarte,
presente en el Santísimo Sacramento
y concédenos la gracia de recibirte cada vez más
con fe y amor, conscientes de nuestra pequeñez,
para ser capaces de abandonarnos en tus brazos
como el niño en el regazo de su Madre,
y en la firmeza del cariño paterno.
Enciende nuestros corazones con el fuego de Tú Caridad
Y calienta nuestro fervor para que no sucumba
y se embriague con la frialdad del mundo.
¡Adorado Seas en el Santísimo Sacramento!
¡Adorado y siempre amado por todos los hombres en el mundo entero!  Amén




Mauricio Parra Solís
Ecce Ego Quia Vocasti Me





            Ciudad y Diócesis de Mexicali, B.C., 13 de Junio de 2017. Año Jubilar del Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima. 

sábado, 10 de junio de 2017

El milagro Eucarístico de Alboraya


En una noche de julio de 1348, el párroco de Alboraya, Valencia (España) fue a llevar Viático a un moribundo. La tormenta que amenazaba no le arredró pues era un sacerdote amante de la Eucaristía.

Terminada su visita, justo cuando se disponía a regresar, irrumpió con fuerza la amenazante tormenta. Pensó que no podía quedarse en aquella casa toda la noche y, aprovechando un momento de calma temporal, se lanzó al camino con el copón fuertemente agarrado cerca de su pecho. La tormenta no cedía y el camino estaba oscuro y repleto de lodo.

Prosiguió su camino hasta llegar al paso más difícil, barranco de Carraixet. Descubrió que el agua estaba muy subida y solo una tabla servía de puente. Con renovada determinación se dispuso a cruzarlo, pero a mitad de aquella tabla, perdió el equilibrio, resbaló y perdió control del copón que cayó en las tumultosas aguas del torrente.

El párroco no se detuvo. Con extraordinaria valentía se lanzó a las aguas para rescatar las tres hostias que llevaba. Luchó con todas sus fuerzas contra la corriente, pero fue en vano. Las aguas se tragaron el copón.

La noticia se propagó por toda la zona y muchos hombres se presentaron para ayudar con el rescate. Trabajaron toda la noche y, por fin, con las primeras luces del día, apareció el copón. Pero... ¡estaba vacío! Se habían perdido las tres Formas que contenía. La desolación de Alboraya fue indescriptible. Inmediatamente se organizaron actos de reparación y honra a la Eucaristía.

Fue entonces que el Señor les respondió con un gran Milagro que fue testimoniado por cien crónicas. A la luz de la aurora, allí donde el torrente desemboca al mar, todos los vecinos de Alboraya pudieron ver cómo tres peces se mantenían erguidos sobre la corriente, cada uno sosteniendo en la boca entreabierta una Hostia consagrada. Aquellos devotos cayeron de rodillas, mientras alguien corrió a comunicar al párroco aquel portento.  

Los tres peces siguieron inmóviles en medio de la corriente hasta que el sacerdote, revestido de ornamentos sagrados, se acercó a la ribera. Mientras todos cantaban al Señor, los tres peces fueron depositando las tres Formas en manos del sacerdote. Siguió una procesión para trasladar el Santísimo hasta la iglesia del pueblo.

El copón del milagro se conserva aún hoy como perpetuo recuerdo del milagro. En él se han grabado las siguientes palabras: 




"¿Quién negará de este Pan el Misterio, cuando un mudo pez nos predica la fe?"


viernes, 9 de junio de 2017

Devoción a los Dolores Internos del Corazón de Jesús: Historia

Era un Jueves Santo, 9 de abril de 1857, entre las dos y tres de la madrugada que la ahora Beata Sor Encarnación Rosal se disponía a orar pero, al momento de hincarse, sintió que le jalaron el velo que la cubría oyendo, al mismo tiempo, el sonido de una campanilla de oro; un suave tañido que pasó desapercibido para la religiosa. Sin distracción, continuó su oración meditando, específicamente, en la traición de Judas y más aún, en cómo se sentiría el Corazón de Jesús con ese acto hecho por uno de sus discípulos cuando una voz interior le dijo: “No celebran los dolores de mi corazón”.

Luego de esto, Madre Encarnación consultó con su confersor Monseñor Piñol sobre lo sucedido así como con el arzobispo Fray Francisco de Paula García y Pelaez, arzobispo de Guatemala, pero ninguno le hizo mayor caso. Los siguientes quince días, la voz continuó resonando en el interior de Sor Encarnación.

La época de lluvia inició, en los alrededores del mes de mayo, cuando, nuevamente entre las dos y tres de la mañana Sor Encarnación atraviesa el Claustro de las Beatas de Belén y, al entrar a la capilla para orar, nota que está inundada de una luz, que no lastima la vista, y entre dicha luz, se presenta Jesús Resucitado. Madre Encarnación dice que de todos los poros del cuerpo de Jesús brotaba sangre y, sacándose el corazón, se lo mostró traspasado por diez dardos crueles, debido al quebrantamiento de los diez mandamientos.

Para el mes de julio del mismo año, una epidemia de cólera asotaba a Guatemala; en el Beaterio de Belén dos hermanas fueron víctimas de esta epidemia y otras más estuvieron gravemente enfermas.

Llego una noche en que Madre Encarnación sintió una amargura de corazón, como agonía de muerte y, sintiendo otras angustias, pensó en promover la celebración de los dolores del Corazón de Jesús y le ofreció trabajar por ello; en ese momento volvió la calma a su corazón.

Beata Madre María de la Encarnación Rosal
Una segunda noche Madre Encarnación volvió a sentir la amargura en su corazón, pero ella nuevamente le promete a Jesús comunicar a su confesor la promesa hecha y la paz regresa a su interior.

A la tercera noche vuelve a sentir lo mismo, y ella le promete al Señor que pasaría por vergüenzas, contradicciones, trabajos y dificultades para establecer y promover la devoción a los Dolores Internos del Corazón de Jesús.

Tal como lo había prometido, Madre Encarnación comenta a su confesor y director espiritual lo ocurrido. Es Monseñor Piñol quien le otorga el permiso, con el apoyo de los padres Taboada y Miguel Muñoz por lo que comenzó a pedir limosnas para organizar un pequeño altar y celebración en honor a los Dolores internos del Corazón de Jesús, pensando en realizarlo el día 25 de agosto de ese mismo año. El señor Arzobispo, primero nacido en Guatemala, le otorgó la licencia para dicha celebración y ordenó también que todos los 25 de cada mes se realizara un acto de desagravio en el Beaterio de Belén.

Madre Encarnación notó que, pasado el 25 de agosto, la epidemia de cólera, así como sus estragos, fueron disminuyendo en el país hasta que desapareció en su totalidad.

La beata explica que fue el Señor quien le inspiró sobre la imagen de los Dolores internos del Corazón de Jesús, por lo que manda a pintar un cuadro; debía llegar un Corazón con diez dardos, siete alrededor y tres al centro, entendiéndose que dichos dardos en general significaban los diez mandamientos quebrantados, además de diez dolores particulares.

Sobre estos dolores particulares, ella explica que los dardos externos son:

+ Ver a su Eterno Padre gravemente ofendido
+ Las herejías esparcidas por todo el mundo
+ La apostasía de los malos cristianos
+ El olvido de sus promesas y beneficios
+ El desprecio de sus gracias y sacramentos
+ La frialdad e indiferencia de los suyos
+ La poca implicación de su fe en la vida diaria de muchos que dicen ser sus amigos.

Sobre los tres dardos que están en el centro del corazón nos explica que representan:

+ El escándalo y sacrilegio de los malos sacerdotes
+ El violar sus votos las esposas de Cristo
+ La persecusión de los justos.

Madre Encarnación mostró a Monseñor Piñol la pintura de los Dolores Internos del Corazón de Jesús y se la mostró también al Padre Muñóz quien, a su vez, mandó a hacer una imagen en madera, originaria de Guatemala. Fue el canónigo don Manuel Espinoza quien mandó a hacer una imagen aún más grande del Sagrado Corazón de Jesús, que se cree que es la que se encuentra en veneración en el Beaterio de Belén de la Ciudad de Guatemala.