El
Movimiento de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo, en la Vida de la
Iglesia, cierto es que al Espíritu Santo no le podemos tener encasillado ni
manipular su Acción a Formulismos. Y cierto y capital es también que el
Espíritu Santo es un Dios de Orden, es el Amor Consubstancial del Padre y del
Hijo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Todo Don y
Carisma es para santificación personal, pero también para edificación de la
Comunidad, el Espíritu Santo actúa de manera diversa en la Vida Eclesial, desde
la Sagrada Liturgia hasta la misma piedad de los fieles. Más aún, si la piedad
y lo que creemos que es en nosotros la Acción del Espíritu Santo no nos lleva a
la perfección de la Vida Cristiana y Litúrgica de la Iglesia, mucho hay que
dudar que realmente sea la Acción de Dios Espíritu Santo la que nos mueva.
El
Movimiento de la Renovación Carismática Católica (RCC), verdaderamente es
suscitado por el Espíritu Santo, con una particularidad que envuelve a toda la
Iglesia desde las Primitivas Comunidades Cristianas, que verdaderamente vivían
la experiencia del Don del Espíritu de manera palpable, sin excluir los
carismas extraordinarios, más por encima de ellos, vivían la plenitud de la
caridad cristiana al prójimo, abiertos a las necesidades de los hermanos y a la
vivencia de la Vida Litúrgica en el Banquete Eucarístico, y esa misma Efusión
del Espíritu Santo, era palpable al sublime momento del martirio, donde
jubilosos entonaban alabanzas a Dios por ese Don del Espíritu de testimoniar
con su Sangre, su fidelidad a Cristo.
Quien sino
solo el Espíritu Santo, puede mover los corazones, más allá de lo
extraordinario, en lo ordinario de lo escondido y oculto a los ojos. Dios nos
concede dones ordinarios, para volverlos extraordinarios y heroicos en el
servicio al prójimo, haciendo todo con Santo Temor. El Carisma Extraordinario,
es una cualidad que Dios concede a las almas para continuar de manera más
comprometida su Misión en la Obra de la Salvación, no para hacer alarde de
ellos, ni para uso egoísta. Todo Don y Carisma Extraordinario es fruto de la
Vivencia de los 7 Dones del Espíritu Santo, o el esfuerzo de encarnarlos, sin
ellos, cualquier Carisma Extraordinario, poco puede hacer, aunque es cierto,
que Dios puede hacer lo que él quiere y cuando él lo quiere.
Cuándo
vivimos verdaderamente el esfuerzo de la Sabiduría, la Inteligencia, el
Consejo, la Fortaleza, la Ciencia, la Piedad y el Santo Temor, vienen a
nosotros verdaderos frutos de santidad: El amor, la alegría, la paz, la
paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad y el dominio
propio. Esos son los dones preciosos a los que todo cristiano debe aspirar y
clamar con intensidad y fe al Espíritu Paráclito para que los conceda al alma. No
podemos aspirar a carismas más elevados y preciosos si antes no hemos degustado
de los Dones qué Dios verdaderamente quiere nutrirnos a cada uno. Como enseña
la Escritura, viviendo todo lo que Dios nos manda, todo lo demás vendrá por
añadidura.
El
Movimiento de la Renovación Carismática, cierto es que una Nueva Efusión de
Pentecostés, donde se deja actuar con mayor libertad al Espíritu Santo, pero
también se corre capitalmente el riesgo de convertir el Movimiento en una cuna
de abusos litúrgicos y teológicos importantísimos y que más que ayudar al
fortalecimiento de la Fe, acaban por desvirtuarla, dándole más pie a tal o cual
carisma, a tal o cual alabanza, al sentir bonito, pero sin un verdadero
crecimiento espiritual. Terminando por ser campanas huecas que solo gritan y
alaban, pero que no lo llevan más allá a donde el Espíritu Santo anhela
llevarlos. Quedarse solo con la Gracia del Carisma recibido, pero no
profundizar en lo que él lleva detrás de sí.
Se usa
muchas veces el carisma para llamar la atención y solo de manera externa a
diferencia de aquello para que el Señor lo ha concedido. Pablo en su Carta a
los Corintios es sumamente estricto en ello (1 Co., 14), exhorta el Apóstol a
buscar dones más excelentes que verdaderamente edifiquen no solo en lo personal
sino en lo comunitario, y denuncia los malos usos y abusos de los Dones
Carismáticos. Abusos que hoy día también es necesario purificar. El Movimiento
de Renovación Carismática no es malo en su misma esencia, más sin embargo, los
malos usos y abusos en las Asambleas, hacen ver de manera mala al Movimiento.
Cuya esencia, sabiéndola llevar con el Orden del Espíritu Santo, alcanza la
belleza del Carisma dado por el Señor.
Alabar a
Dios, si con los labios, pues si profesamos, como enseña San Pablo, con los
labios que Jesús es el Señor, seremos salvos (Rom. 10, 9), más si solo lo
dejamos a la alabanza bocal sin llevarla a la alabanza contemplativa de la vida
misma en la caridad, es alabanza muerta. Pues debemos ser adoradores en
espíritu y en verdad (Jn. 4, 23).En la vivencia de las virtudes, especialmente
de la Caridad que Dios nos tiene y que debemos hacer llegar a los demás. Ese es
el verdadero sentido de la Renovación en el Espíritu Santo, vivir la Caridad de
Dios.
No solo
debe ser relegada la Acción del Espíritu Santo a un Movimiento, sino a la
Iglesia misma, que clama y llama a una verdadera renovación. La polémica del
Movimiento radica en ser verdaderamente abiertos a la Acción del Espíritu
Santo, pero siempre desde el orden, no en los gritos, y en las caídas, que si
bien son acción sensible de Dios, no podemos limitar la Presencia del
Consolador solo a sensible, sino a la acción misma en nuestra vida. Y Preguntarnos,
¿realmente estoy siendo puerta abierta para que el Espíritu Santo se pose sobre
mí? Independientemente de los Carismas y Dones Extraordinarios, sino de la
verdadera caridad y los Dones y Frutos que hemos recibido desde el Bautismo, y
que no hemos explotado al máximo, pues no podemos aspirar a los Dones
Extraordinarios, sino vivimos antes los Dones Bautismales.
Celebramos
las Bodas de Oro, por los 50 Años de la Institución del Movimiento de la
Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo, y bueno es recordar que
todo Fruto bueno del árbol se da siempre dentro de la Iglesia. Siempre en comunión
de las ramas con el tronco. Aun cuando se llegue a afirmar que los protestantes
tienen la Unción del Espíritu Santo, cierto es que ninguna rama separada del
tronco puede tener vida verdadera, pues el Don de poder otorgar al Espíritu
Santo, está en la Potestad Apostólica confiada por Cristo a la Iglesia, es
decir a los Apóstoles y sus Sucesores. Por excelencia, hemos recibido él Don
del Espíritu Santo en el Bautismo y lo hemos tomado en plenitud en la
Confirmación por la Imposición de Manos del Obispo. Las acciones sensibles, son
solo caricias de Dios para confirmar a nuestra débil naturaleza lo que por la
fe y la razón conocemos, más somos seres limitados y poco podemos entender,
pero son regalos que Dios nos participa por pura Misericordia. El que no está
en la Iglesia, desparrama los Dones Altísimos, pues por eso Cristo la ha
Fundado como Sacramento de Salvación. Fuera de la Iglesia, es triste y fuerte
afirmarlo, pero es una realidad, no sé puede poseer verdaderamente el Don del
Espíritu Santo, y corre el riesgo de ser engañados del maligno, que también
tiene la capacidad de vestirse de ángel de luz y engañar a las almas, pues odia
y detesta toda la acción de Dios para salvar al Hombre.
Celebramos
junto a Nuestros Hermanos de la Renovación Carismática estos 50 Años de
Fundación, y pedimos a Dios, que purifique esta Obra para que sea Fruto de
verdadera Santidad en la Iglesia, a impulsos del Espíritu Santo.
Mauricio
Parra Solís
Esclavo del
Inmaculado Corazón de María
Mexicali, B.C., 16 de Febrero de
2017. Año Jubilar por el Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora en
Fátima.
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