jueves, 15 de agosto de 2013

Dogma de la Asunción de María


El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:


"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.


En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".

Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).


"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).

Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II, 15-agosto-97)



Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.

domingo, 4 de agosto de 2013

Sagrado Concilio de Nicea



En el año 325 se realizo el Primer Conciio Ecuménico en Nicea, un pueblo de Asia Menor, convocado por el Papa Silvestre I y presidido por el mismo Emperador Constantino, para definir asuntos importantisimos como era la condenación de Arrio que negaba la Divinidad de Jesucristo habiendo contagiado a muchisimos cristianos, desatando al mismo tiempo persecusiones violentísimas y causando numerosos mártires.

San Silvestre I
Papa que Convoco el Concilio de Nicea


Al mismo tiempo era urgente definir cuales deberian ser las notas o marcas distintivas de a Verdadera Iglesia de Cristo frente a algunas iglesias orientales que pretendian ser las autenticas.

El Concilio de Nicea emitio 20 Decretos con fuerza de ley de suma importancia, como definir el Misterio de la Santisima Trinidad, proclamar la Divinidad de Jesucristo brillantemente defendida por el gran San Atanasio y que la Verdadera Iglesia debe ser UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA. Se definio tambien la fecha para la celebracion de la Pascua, que los enfermos deben recibir el Sacramento de la Uncion, la conveniencia de que cada region celebre con frecuencia Concilios para velar por la integridad de la Fe y las constumbres de clérigos y laicos.


Usamos los católicos dos versiones del Credo: la mas corta llamada "Credo de los Apostoles" que contiene la esencia de lo que debemos creer y aprendimos de memoria en el catecismo antes de hacer la Primera Comunion y una version mas larga, mas explicita y desglosada que declaramos los Domingos en la Santa Misa y es el que emitió el Concilio de Nicea y llamamos "Simbolo Niceno". Es una maravilla de precision que debemos de meditar y gozar.

Este primer Concilio Ecuménico, marco la pauta a seguir en el futuro. La Iglesia Católica iluminada por el Espíritu Santo, se ha ido definiendo y organizando cada vez mejor al paso de los siglos. Podemos decir usando terminos meramente humanos, que es una "empresa" perfectamente constituida y de una eficiencia notable, siempre fiel a su Vocacion de salvar a todos los hombres por la fe en Jesucristo el Salvador.

jueves, 1 de agosto de 2013

Homenaje a Ntra. Sra. de los Angeles

Imagen Original que se Venera en su Santuario en la
Arquidiocesis de Tulancingo.


Celebramos la Festvidad de Nuestra Señora de los Angeles, Patrona de Nuestro Proyecto de Blog "Porta Fidei". La imagen que tomamos muy especialmente se Venera en el Santuario Arquidiocesano de Tulancingo de Bravo, Hidalgo, de cuya Arquidiocesis es Patrona, y de cuya ciudad soy natal. Ahi ingrese al Seminario una Semana antes de la Festividad.

En homenaje a Ti, Reina y Madre de los Angeles, reproduzco tal cual aquella Consagración que hicimos los Seminaristas ante Tu Imagen de Manos del Excelentisimo Sr. Arzobispo, Monseñor D. Domingo Díaz Martínez.

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CONSAGRACIÓN DE LOS SACERDOTES Y SEMINARISTAS
DE LA ARQUIDIOCESIS DE TULANCINGO
A NUESTRA SEÑORA DE LOS ANGELES

¡Oh María Inmaculada, Madre de Cristo Sacerdote, Reina de los Angeles y Amantisima Madre Nuestra! Agradecidos de haber recibido de tus manos amantisimas junto con todas las demas gracias el inestimable regalo de la Vocacion Sacerdotal que nos destina a ser representantes y continuadores de Tu Hijo, el Sumo y Eterno Sacerdote, venimos ante tus plantas a consagrarte toda nuestra vida, para que por tus manos Maternales sea incorporada totalmente y sin reservas al Sacrificio de Tu Hijo que se renueva en nuestros Altares, para Gloria de la Santisima Trinidad por la Salvación del mundo.

Recibe, Oh Amantisima Madre y Rena nuestra, esta ofrenda que con todo el corazón te hacemos y danos la gracia de permanecer siempre fieles.

Defiendenos como especialisima poseción tuya, pues no queremos sino ser tuyos para llegar a ser cada dia mas dóciles y eficaces instrumentos del Sumo y Eterno Sacerdote para la Salvacion de las almas.

Transforma nuestros corazones, Oh Poderosísima Madre nuestra, para que mas y mas se identifiquen con el Corazón de Cristo formado en tus Purisimas entrañas y asi en verdad nos hagas "otros Cristos".

Únenos a todos nosotros, tus hijos predilectos, con el vinculo de una ardiente y eficaz caridad en torno a Nuestro Obispo, para que asi seamos nosotros tú mejor corona.

Haz, finalmente, que despues de consumir toda nuestra vida para servicio de Tu Hijo y honra tuya, lleguemos a gozar contigo por toda la eternidad. Amén.


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Pongo en tus Manos Madre Mia, mi Vocación, que aunque no estoy por ahora en el Seminario, se cumpla la Voluntad de Tu Hijo, Señor Nuestro Jesucristo.