Mexicali, B. C., 05 de Enero de 2017
Año Jubilar del Centenario de las
Apariciones de María Santísima en Fátima
Eminentísimos Padres
Cardenales:
+ Emmo. Sr. D. José Francisco Robles Ortega
Cardenal – Arzobispo de Guadalajara
Presidente General de la Conferencia del Episcopado Mexicano
+ Emmo. Sr. D. Norberto Rivera Carrera
Cardenal – Arzobispo Primado de México
+ Emmo. Sr. D. Carlos Aguilar Retes
Cardenal- Arzobispo de Tlalnepantla
+ Emmo. Sr. D. Juan Sandoval Iñiguez
Cardenal – Arzobispo Emérito de
Guadalajara
+ Emmo. Sr. D. Alberto Suarez Inda
Cardenal – Arzobispo Emérito de Morelia
P R E S E N T
E S . –
Reverendísimos Padres,
Por la presente carta reciban un
cordial saludo, pidiendo a Nuestro Señor Jesucristo, Buen Pastor, por
Intercesión del Inmaculado Corazón de María, les bendiga en su Ministerio
Episcopal, que les ha sido confiado para salvaguardar la Verdadera Fe de la
Iglesia, la Tradición Magisterial que desde siempre hemos profesado como Hijos
de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Eminentísimo Sr. D. Alberto Suarez Inda, Cardenal - Arzobispo Emérito de Morelia |
Estamos viviendo en Nuestra Iglesia, momentos decisivos para Nuestra
Fe Católica, y momentos de una gran confusión. Confusión que viene de la
contradicción a la Misma Sagrada Escritura, al Magisterio mismo de la Iglesia,
contenida en el Catecismo, en la Doctrina de la Patrística, en todos los
Venerables y Santos Concilios que la Iglesia desde hace siglos ha proclamado
con su Autoridad, los Dogmas a creer para todos los cristianos. Condenando los
errores y aquellas falsas doctrinas contrarias al Santo Evangelio, y que de un
modo especial, se contienen en lo enseñado por el heresiarca Martín Lutero,
como enseña San Pio X al decir:
“El Concilio que condenó el
protestantismo fue el Sacrosanto Concilio de Trento, denominado así por la
ciudad donde se celebró. Herido con esta condenación, el protestantismo, o
religión reformada, encierra un amontonamiento, el más monstruoso, de errores
privados e individuales, recoge todas las herejías y representa todas las
formas de rebelión contra la Santa Iglesia Católica”.
No es estar en
contra de la Autoridad de Pedro, pero Padres en el Señor, ¿es lícito aplaudir a
quien ha dividido la Iglesia de la manera más espantosa, que aun en la
actualidad no vemos sino secuelas cada vez constantes y palpables de ello? Peor
aún, ¿mostrarlo como un “auténtico testigo del Evangelio”? ¿Qué testimonio es
aquel que en vez de someterse a la autoridad de Roma se revela? Los auténticos
Reformadores de la Iglesia se han presentado a Roma, hablando iluminados por el
Espíritu Santo, en las más difíciles circunstancias de la Fe, y de ellos sí que
tenemos verdadero ejemplo heroico como verdaderos Testigos del Evangelio.
Grandes Santos como lo han sido San Francisco de Asís, que denuncio al Papa la
opulencia de la Jerarquía en tiempos difíciles donde los fieles exigían
respuestas y se estaba perdiendo la fe, por los malos testimonios, y el Pobre
de Asís, no dudo en presentarse ante Pedro en Santa Obediencia para denunciar
eso.
Eminentísimo Sr. D. José Francisco Robles, Cardenal - Arzobispo de Guadalajara |
Tenemos también el ejemplo de San
Ignacio de Loyola, que tanto bien hizo a la Iglesia la Fundación de la Compañía
de Jesús, para catequizar, para refutar las Herejías de Lutero, para enseñar la
Obediencia a Roma, como Madre y Maestra de la Fe. El ejemplo de los Jesuitas,
San Francisco de Borja, San Juan de Ávila y muchos grandes teólogos que la
Iglesia venera en la Santidad de los Altares y que son verdaderos Maestros de
Fe. La Gran Madre Santa Teresa de Jesús, el Sumo Pontífice San Pio V, que con
verdadero dolor y Celo Apostólico contrarresto el irreparable mal de la
“reforma” luterana, ¿dónde ha quedado para Nuestra Santa Madre Iglesia todo ese
trabajo en defender la Fe ante la separación tan dolorosa de la Iglesia?
Celebrar estos 500 años de la
Herejía Luterana es una grave traición a Nuestro Señor Jesucristo, a todo
aquello que por Gracia Divina, la Iglesia profesa, la fe que ha sido entregada
a los santos de una vez y para siempre, es una traición a todos los Santos
Mártires que han derramado su sangre por defender su Fe, antes de ceder ante el
error protestante en cualquiera de sus variantes.
Es cierto, Nuestra Santa Madre
Iglesia, debe trabajar y buscar la unidad de todos sus hijos dispersos por el
mundo, cumpliendo siempre el mandato de Nuestro Señor en el Evangelio, “Id y
haced discípulos míos a todas las naciones” (Mt. 28, 19) y lograr que “todos
sean uno” (Jn. 17, 21). Abrazar al pecador, es cierto, mas no el error y el
pecado, Jesucristo, el Señor, acogía siempre a los pecadores, les perdonaba,
más les exigía “no vuelvas a pecar”, llamaba siempre a la conversión. En el
Sermón del Pan de Vida, nunca endulzó ni cambio su Palabra porque era dura y no
entendían, y le abandonaban, y no dijo: “Quedaos y crea cada cual lo que su
cabeza les diga”, volteo y dijo a sus Apóstoles: “¿ustedes también quieren
irse?” (Jn. 6, 67). La fe es para creerse como la Verdad Revelada Divinamente
que es. La Iglesia ha de trabajar, en esta pobre opinión, para lograr el
retorno de los hermanos que se han alejado, que aun siendo hermanos, son ramas
podadas del tronco frondoso de la Iglesia. Y siendo así, también se debe
reconocer por parte de ellos el error tan grande de que en estos siglos se han
separado y reconocer el camino de regreso, no siendo otro que renunciar al
error y abrazar la Verdadera Fe, y la Iglesia abrirles los brazos como Madre
que es, pero sin vender ni traicionar su Credo, para no ser “incomoda” con
aquellos que se vuelven a sus brazos. Hoy también a nosotros como Iglesia, nos
dice el Señor que si queremos dejarle, y ante este conflicto, parece pertinente
hablar, siempre en la caridad.
Eminentísimo Sr. D. Juan Sandoval Iñiguez, Cardenal - Arzobispo Emérito de Guadalajara |
Inmersos en esta
situación tan conflictiva para la Iglesia, es que como laicos, preocupados por
la Iglesia, nos atrevemos a levantar la voz, y pedir la preservación de la Fe
Santa, Ortodoxa y fiel a la Santa Tradición y a la Sagrada Escritura. A
ustedes, Padres Cardenales, que les ha sido encomendado Guardar la Fe, guardar
la unidad de la Iglesia. Pareciera que el avivamiento de la Fe, está más en
manos de los Fieles Laicos que los mismos Pastores, haciendo mención de esto,
en la caridad y obediencia, fuera rebeldía a vosotros. Pero también es necesario,
y como Hijos de la Iglesia lo pedimos, “¡Dadnos la Fe! Integra y Católica que
hemos heredado de nuestros Padres, de Nuestros Abuelos, que hemos heredado de
tantos Mártires y que aún hoy en nuestro tiempo, siguen derramando Sangre por
Nuestra Fe en los países de Oriente Medio, esa Fe que Nuestros Santos Mártires
Mexicanos testimoniaron y defendieron a costa de su vida”.
Eminentísimos Padres Cardenales,
Pastores de la Iglesia en México, es vuestro deber hablar y enseñar lo sano, lo
santo y lo verdadero. La investidura que han recibido lo exige, como Pastores
de la Iglesia Universal y como Padres del Colegio Cardenalicio. Defiéndanos la
Verdad, puesto que en ella está contenida la Salvación de las Almas, y el
camino seguro para encontrar a Jesucristo, Nuestro Señor, el Dios vivo y
verdadero que se ha encarnado en el Seno de María Santísima, Aquel que es el
Camino, la Verdad y la Vida.
Eminentísimo Sr. D. Carlos Aguilar Retes, Cardenal - Arzobispo de Tlalnepantla |
¿Qué debemos hacer como fieles
católicos? Defender la Naturaleza del Dogma no es establecerse contra la
Autoridad de la Iglesia, instituida por Jesucristo a Pedro, cuando le dijo que
sobre él, como Piedra firme edificaría a la Iglesia, y bajo la promesa de que
los poderes de Satanás no prevalecerían por encima de Ella (Mt. 16, 18 – ss).
Creer de otra manera, no es sino un grave engaño del maligno, puesto que
también el Señor, por defender la verdad, fue injuriado y crucificado. Hecho
Signo de contradicción por el Eterno Padre para ser salvación de muchos,
aferrándose siempre a la verdad, no
quedando callado. Y hoy se cumple aquello que Dios, por medio del profeta
Isaías anunciaba: “Los guardianes de Mí Templo son ciegos, ignorantes, son
perros mudos incapaces de ladrar, soñolientos, amigos de dormir; no saben
entender, siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada
uno por su lado” (56, 10 – 11), cuando es santidad de la Iglesia la unidad
entre los Pastores, como enseña el Venerable Pio XII, siempre “bajo la caridad
de Jesucristo”.
Ya la Iglesia bastante lastimada
está, no solo en su Doctrina, que se ha licuado, olvidando que es para
Salvación, no para la atracción de las masas, La Iglesia no es quien debe
adecuarse al mundo, sino el mundo entrar al Evangelio, buscar y velar por el
establecimiento del Reinado Social de Jesucristo, como enseña el Glorioso Papa
Pio XI, al proclamar la Solemnidad de Jesucristo Rey en la Carta Encíclica Quas
Primas. Gracias a la entrada del protestantismo en la Iglesia, no tenemos sino
frutos malos, Templos convertidos en verdaderos teatros y circos, usados
completamente para cultos profanos, el Santísimo Sacrificio de la Misa,
reducido a un espectáculo mundano, como si se tratara de una diversión,
aplausos, bailes mundanos, Abusos Litúrgicos, pisoteando al Señor Real y
Verdaderamente Presente en el Altar. El Templo, la Santa Misa, no es un teatro,
es la Obra Salvífica de Jesucristo para la Iglesia, para la Humanidad. Y triste
es ver y palpar, que los Pastores, vosotros, pareciera que no prestan atención
a todo eso, permanecemos callados, Padres nuestros, cuando hay que hablar y
corregir.
Eminentísimo Sr. D. Norberto Rivera Carrera, Cardenal - Arzobispo Primado de México |
No es afán nuestro, crear rebeldía
ni fomentarla, es por eso que nos atrevemos a recurrir a ustedes, siempre en
obediencia y reverencia como Hijos de la Iglesia, abrazados siempre a Ella,
puesto que como nos afirman siempre los Padres Apostólicos: “Fuera de la Iglesia no hay Salvación”.
Sin más que agregar, pedimos, por el
bien de la Iglesia, la respuesta a estas líneas que preocupados nos atrevemos a
dirigirles. Pidiendo al Espíritu Santo, por manos de María, Estrella de la
Nueva Evangelización, que bajo la Advocación de Guadalupe, ha bendecido nuestro
Pueblo con el Don de la Fe en tiempos tan difíciles para nuestra Historia, y
que Ella interceda de la misma manera ahora, en estos nuevos momentos
difíciles, sociales, morales y espirituales decisivos para nuestra Patria y
para Toda la Iglesia Universal. Y de la misma manera, les ilumine a ustedes,
para Salvaguardar la Verdadera Fe, como siempre la ha enseñado la Iglesia, con
coraje y valentía para cada una de vuestras Iglesias Particulares de que son
Padres y Pastores.
En fidelidad y caridad.
Mauricio Parra Solís
Mexicali, B. C.
Jaime Mauricio Zavala García
Salamanca, Gto.
Raziel Omar Pérez Hernández
Córdoba, Ver.
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