Estimados
amigos y lectores de este sencillo Blog de defensa de la Fe y la Tradicion de
la Iglesia. Quiero compartir con ustedes esta carta que escribi hace algun
tiempo, en mis andares como Seminarista, una carta que escribi a quiene fueran
mis compañeros de Ingreso al Seminario en la Arquidiocesis de Tulancingo, sobre
el Misterio del Sacedocio medienate el dolor salvifico.
Este Articulo, lo dedico muy
especialmente a mis Hermanos Seminaristas y Reverendisimos Sacerdotes, tienen
en sus manos una magnifica tarea, que muchas veces olvidan y dejan de lado.
Despues de Jesus Nuestro Señor, el Sacerdote lo es todo.
Pido sus opiniones y comentarios a
todos cuantos lean esto, muy especialmente a los Sacerdotes a quienes lleguen,
al correo del Blog: Blog.Porta.Fide@gmail.com
Espero sea de ayuda para todos
ustedes.
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Comunidad de
Santa María de Guadalupe
Seminario de
San José, Arquidiócesis de Tulancingo
Presente.-
Reciban todos un saludo. Me da mucho
gusto y alegría que hayan regresado a su último año de Seminario Menor. Espero
que hayan regresado todos los que estaban, pero si no, pues solo Dios sabe el
porque renunciaron, eso si, no dejen de recordarles en sus oraciones.
Recuerden que nuestro camino de
Formación no es otro sino una continua renuncia y un continuo morir a sí mismos
y al mundo. Pero no un morir en vano, sino un morir en un amor, pues
singularmente el sacerdocio, ha brotado de las profundidades del Corazón de
Jesús a costa de un amor finísimo…*. Si bien el sacerdocio se instituyo en
la Ultima Cena, cuando Jesús lavo los pies a los Apóstoles (Jn. 13: 2 - s) y además, les dio el encargo;
“Hagan esto en conmemoración mía”
(Lc. 22: 19). Y el Viernes Santo cuando el soldado traspaso su
Sacratísimo Corazón fue llevado a plenitud el Misterio de su sacerdocio. Pues
él, por ser el verdadero sacerdote del Padre realizo la oblación más perfecta
de una sola vez y para siempre, ya no como la Antigua Alianza, ya que había que
repetirlos una y otra vez. Es por eso que de lo mas intimo de su Corazón
saco el Misterio del Sacerdocio*.
Nosotros, futuros “cristos” de la
Iglesia, debemos de vivir este Don como lo que es, un Misterio de Amor, pues
por eso mismo es nuestra renuncia y nuestra asimilación con Cristo Crucificado,
que es Pastor, Sacerdote y Victima.
El sacerdote,
es deposito y dispensador de los Misterios de Dios, como a San Pedro, le son
otorgadas las llaves del Reino y el Poder de atar y desatar, goza y participa
de su mismo encargo: “Apacienta a mis Ovejas” (Jn. 21: 17) que encierra en si misma el Don
de la Fecundidad Divina. Es pastor, no por el solo hecho de haber elegido en
plena libertad, y no haber respondido generosamente, sino porque la iniciativa
sale de Jesús mismo: ¿Me amas mas que estos? (Jn. 21: 17), la fecundidad
sacerdotal radica en llevar a las ovejas que yacen en el redil y a las extraviadas
a aquel que es la Vida del Rebaño, es por eso que ante la contestación de Pedro
“ Señor Tu sabes que te amo” (Jn. 21: 17), le encomienda las ovejas,
porque sabe que el amor no desfallecerá en su servicio, el amor en la entrega
al rebaño, si es necesario con la vida misma, pues bien sabemos que “el
siervo no es mas que su Señor” .
El sacerdote
debe ser victima con Cristo Crucificado, al igual que él, el sacerdote debe
darlo todo por las almas, pero después de darlo todo debe hacer a las almas el
Don supremo, el don de si mismo, entregándoles su corazón encendido en llamas y
desgarrado de dolor, como el Corazón del Sacerdote Eterno*.
El sacerdote debe ser como el
sacrificio que sostiene diariamente en sus manos, debe ser hostia en la Hostia,
sangre en el Cáliz precioso de Cristo, debe ser una perfecta oblación al Padre,
es por eso, que el sacerdote pende de lo que eleva en el Altar.
El sacerdote vive crucificado
continuamente con cristo en el cáliz del dolor salvífico, el dolor, da la
eficacia al Ministerio Sacerdotal y el supremo misterio del sacerdote es sufrir
por las almas, como supremo ministerio de Jesús fue el sacrificio del Calvario*.
El dolor salvífico va mas allá del
sufrir por el sufrir sin sentido, sino de nada serviría, sino que es un dolor
entregado por algo mas grande que de conocerlo perfectamente no se querría sino vivir la Cruz, porque el
dolor y el sufrimiento en Cristo, salva, purifica, redime, libera, lleva a la
plenitud de la Resurrección, y el dolor por el dolor sin sentido y sin
comprenderlo, se sumerge en la desesperación y en un sin sentido.
El sacerdote esta llamado a dar
vida, y para dar vida hay que sufrir, como la mujer al dar a Luz sufre los
dolores del parto, el sacerdote necesita pasar por angustias de muerte, como
Jesús en Getsemaní, para dar a luz a las almas hasta que en ellas se forme
Jesús*.
Si bien para la humana sabiduría
esto es contradictorio y de una manera incomprensible, no lo es, sino que es
una paradoja del Misterio de la fecundidad sacerdotal. Jesús dio la vida por
las almas, llevando en su Corazón la alegría de los cielos y el dolor del
infierno y la vida que nos otorgo es fruto de esa alegría y de ese dolor*.
Las
almas son el gozo y el martirio del sacerdote, así como lo fueron para Jesús.
Amigos míos,
el Misterio del Sacerdocio de Cristo, al que estamos llamados es totalmente
contradictorio al mundo, porque aunque somos del mundo por nuestra carne, por
el espíritu pertenecemos a algo mas trascendente y pleno en si mismo, Jesús no
pidió al Padre que fuéramos sacados del mundo, por el contrario, pidió que
nunca nos faltara el auxilio de la Gracia.
Busquemos siempre vivir en estado de
Gracia Santificante, claro, vendrán muchas veces de tortura espiritual por
vencer las humanas inclinaciones, y la debilidad saldrá, y tal vez se quejara
ante las adversidades pero mas allá de todo esto, esta Jesús que siempre nos
sostiene y nos sostendrá.
No dejen de lado su oración ante el
Santísimo, pues de él, viene y nace la fortaleza y la perseverancia, si el
sacerdote pende de la Eucaristía, nosotros como Seminaristas debemos de buscar
lo mismo, la Iglesia vive de la Eucaristía**, y nosotros que formamos la
Iglesia de un modo intimo y especial con Cristo, también nosotros debemos de
vivir de ella. Debemos ser una eucaristía constante y vivir un reflejo de vida
coherente con el Misterio.
Sostengámonos también de la mano de
María, Madre de Cristo Sacerdote, ella es y debe ser nuestra fortaleza y
consuelo, nuestra esperanza, ella, que estuvo a los pies de la Cruz y sufrió
junto con Cristo conoce perfectamente nuestros sufrimientos, debilidades y
nuestras fortalezas, y como buena Madre nos comprende, no dudemos acercarnos a
Jesús por medio de ella.
Pido a Dios gracia y bendición para
ustedes en este año que comienza y que sigan esforzándose en su Transformación
en Cristo Sacerdote y Victima. Cuenten con mis oraciones y pido a ustedes la
caridad de las mismas.
+ Suyo en el Corazón de Cristo
Sacerdote.
Mauricio Parra Solís,
Seminarista
Ciudad y
Diócesis de Mexicali, B. C.
Agosto de 2010
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Bibliografía
* Excmo. Sr. Dr. Luis Ma.
Martínez (1881 – 1956), Arzobispo Primado de México (1937 - 1956). Libro de “El
Sacerdote, Misterio de Amor”.
** Carta Encíclica de
S.S. Juan Pablo II “Ecclesia de
Eucharistia”,
17 de abril de 2003.
Revisado
y Aprobado:
+Excmo.
Sr. Dr. D. Carlos Quintero Arce
Arzobispo
Emérito de Hermosillo
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