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razón.
Habla la Santa de las almas que salvará esta devoción y añade:
«Esto
es lo que le da un deseo tan ardiente de ser conocido, amado y honrado de los
hombres, en cuyos corazones tanto anhela establecer por este medio el imperio
de su puro amor, que promete grandes recompensas a los que se ocupen en hacerle
reinar».
Nótese, además, en el texto precedente, el amor singular y extraordinario del Corazón de Jesús para con las personas que propaguen con fervor su devoción, y las promesas verdaderamente espléndidas en favor de estos apóstoles; la explicación es sencilla: como el Corazón Divino siente deseo tan ardiente de que su devoción se difunda, no pueden menos de darle un placer grandísimo los que se ocupen en ello; de ahí su amor, de ahí sus promesas, de ahí todo. Lo mismo se afirma en otros varios pasajes.
Nótese, además, en el texto precedente, el amor singular y extraordinario del Corazón de Jesús para con las personas que propaguen con fervor su devoción, y las promesas verdaderamente espléndidas en favor de estos apóstoles; la explicación es sencilla: como el Corazón Divino siente deseo tan ardiente de que su devoción se difunda, no pueden menos de darle un placer grandísimo los que se ocupen en ello; de ahí su amor, de ahí sus promesas, de ahí todo. Lo mismo se afirma en otros varios pasajes.
Pero
volvamos a nuestro tema. En esta misma carta, un poco más adelante, hablando
del libro del P. Croiset, que el «Corazón de Jesús pide con tanto ardor», añade
la Santa: «Haga usted, pues, sin diferirlo, lo que desea de usted; porque no
puedo menos de manifestarle que me insta ardientemente a causa del vehemente
deseo, que descubre más y más a su indigna esclava, de ser conocido, amado y
honrado de los hombres, para reparar las grandes
amarguras y humillaciones que le han hecho sufrir, y de las cuales quiere aplicarles los merecimientos por este medio. Mas dame a conocer ser tan excesivo este deseo, que promete a todos cuantos se consagraren y dedicaren a El para darle este placer etc.».
amarguras y humillaciones que le han hecho sufrir, y de las cuales quiere aplicarles los merecimientos por este medio. Mas dame a conocer ser tan excesivo este deseo, que promete a todos cuantos se consagraren y dedicaren a El para darle este placer etc.».
¡Qué expresivo se muestra aquí el deseo del Corazón de Jesús!
«Mi Divino Maestro dio a conocer a su indigna esclava..., que tenía una ardentísima sed de ser conocido, amado y honrado de los hombres con homenajes y honores particulares, a fin de tener manera de contentar su deseo de comunicarles abundantemente sus misericordias y sus gracias santificantes y saludables».
En
este texto magnífico está expresado, con grande integridad, todo el porqué de
esos anhelos ardientes de que esta devoción se difunda y se practique. Mostrándole
un día su Corazón arrojando llamas por todas partes, le dijo:
«Si tú supieras cuán sediento estoy de hacerme amar de los hombres, no perdonarías nada para ello». Y otras veces oía decir: «Tengo sed, me abraso en deseos de ser amado». Y esto causaba en mí tan fuerte impresión, que me deshacía en lágrimas por no poder satisfacer su amoroso deseo, cosa que espero harán ahora sus fieles siervos, según me lo prometió al enviarme a aquellos que Él se había preparado para esto».
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