domingo, 19 de marzo de 2017

Silencio de San José en el Sí de la Vida

Meditación con Ocasión de la Solemnidad de San José




“Dejémonos contagiar por el silencio de San José.
Nos es muy necesario, en un mundo a menudo
demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento
y la escucha de la voz de Dios”.
S.S. Benedicto XVI
(Angelus, 18. XII, 2005)


            La Iglesia celebra de manera especial  junto con María Santísima, el Glorioso Patrocinio de San José, Padre Nutricio de Nuestro Señor, hombre noble, paciente, humilde, caritativo, pero sobretodo obediente y silencioso en la presencia de Dios. Preparado en el Plan de la Salvación de la descendencia de David (Mt .1, 20).

Necesidad de Silencio

            José, hombre profundamente lleno de la presencia del Espíritu Santo, su silencio, impregnado de la contemplación de Dios, con la total disponibilidad a la Voluntad de Divina, no es un silencio que manifieste un vacío, sino la fe, verdaderamente elevada.

            ¡Cuánta necesidad experimenta el mundo del silencio interior! Ruido en todas partes, y un miedo horrible a quedar callados y entrar en la intimidad personal, y más aún, en la intimidad de la presencia de Dios, a quien queremos amordazar porque su silencio, nos increpa a vernos tal cual somos en nuestras miserias, y experimentar de manera verdadera, la necesidad que tenemos de su amor, en nuestro mundo personal tan vacío por las propias pasiones y limitaciones. Pero la soberbia nos abraza, la indiferencia y la caridad propia de conocernos personalmente, de abrazarnos y descubrir la grandeza de misericordia que existe en cada uno de nuestros corazones.


Silencio de San José ante la Duda.

            San José, hombre cercano a la humanidad temerosa, a la humanidad donde la duda increpa, la duda a lo sobrenatural, a la acción de Dios, que no siempre es pavorosa, que se hace sencilla, delicada y humilde, cuando no alcanzamos a entender. Podríamos tomar la Alabanza de Jesús y adecuarla a la perfección a modelo que fue este Patriarca: “Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios e inteligentes” (Mt. 11, 25). Duda válida de Nuestro Padre José, en contemplar a una Mujer, su Esposa, embarazada. ¿Qué habrá pasado por su mente? El Evangelio nos muestra su prudencia y buena voluntad de dejarla en secreto para que no corriera riesgo (Mt. 1, 19), más sin embargo, la Voluntad de Dios, no es la voluntad de los Hombres, y disponía algo más excelso.
          
                                     
            Grande fue la Gracia de José, que mereció el consuelo del ángel en el sueño, donde le indicaba que no temiera recibir a María, pues lo que en Ella gestaba, era Gracia del Espíritu Santo, y más aún, el ángel, por Voluntad Divina, le confiere la potestad de ser Padre Nutricio, al confiarle el nombre que habría de llevar el Hijo de la Redención. (La Tradición Judía, marca que el padre es quien da el nombre al recién nacido, como signo de autoridad familiar). José, Obediente, cumple en el silencio amoroso la Voluntad de Dios, he ahí donde la duda calla y la confianza comienza. Pero pobres de nosotros pecadores, que aun teniendo la certeza de las realidades, no confiamos y no esperamos. No somos capaces de pedir las luces altísimas para mirar con claridad del día, preferimos contemplar con la ceguedad de la noche y caminar con la duda que siembra el Diablo, hijo de la perdición, donde el alma es abatida, corrompida y alejada de la verdadera comunión, ojos humanos con velo sujetado por nosotros mismos. Pobres de nosotros que teniendo ojos, no vemos y sentidos no contemplamos, José, por encima de la Duda natural, abraza su Misión y camina, se le vislumbra un horizonte que quizá, muchos varones hubieran querido a lo largo de toda la historia, poder contemplar, “ser Custodio de la Redención humana”, desde la concepción sobrenatural, para enseñarnos a ser custodios de la belleza de la vida en la concepción natural.

 José, por encima de pensar en abortar su Misión, en desproteger aquello que le confiaron, abraza y ama como lámpara ardiente del primer Sagrario, al Hijo Encarnado y Unigénito del Padre. Y hoy, tristemente, cuantos padres, abortan la misión de la paternidad, como si la Misión solo se tratara de la mujer a quien han “amado” y que repudian en la responsabilidad. Y muchos hombre callados, porque les han quitado la voz y el voto de poder elegir sobre la vida de sus hijos en peligro de ser derramada su sangre en patíbulos infames donde es mutilada la vida de inocentes, por opresión de la sociedad tan carente de caridad, de moral y de sensibilidad, de una sociedad egoísta y mezquina. José, también es modelo y protector de la Vida en Gestación.

Contemplatio Misterium Fidei: “Et Verbum Caro Factum Est”
(Contemplación del Misterio de la Fe:  “Y el Verbo se hizo Carne”)

            Silencio Eucarístico de San José en el pesebre. Dichosos los ojos que contemplaron la Redención en el esplendor de su Fragilidad. María Santísima tiene el mérito esplendoroso de ser Sagrario del Redentor, Primer Tabernáculo de la Presencia en el Mundo. José, podría decirse, ser la lamparilla que siempre acompaño al Sagrario, que velo por él, le dio calor y nutrición. Ahora contempla al Divino Verbo, expuesto en la grandeza de la humanidad, tan expuesto como lo tiene la Iglesia en sus Altares, lo puede tocar, lo puede besar, lo adora con profunda reverencia.

            ¿Qué pasaría por la mente de José en la cueva de Belén? Velar por el bien integral del Redentor, por supuesto que sí, pero más allá, en lo espiritual, ¡que contemplación! Silencio de Amor, un hombre íntegro que fue preparado cariñosamente para este momento, bien podíamos contemplar en este momento un José inundado en gozo, en anonadamiento personal, un José lleno de gratitud con lágrimas en los ojos. Quién de nosotros podríamos tener la dicha de la magnificencia de ver con los ojos mortales a Aquel que se ha humillado por amor de cada uno. Él ha tenido singular privilegio de la Clemencia Divina, un José postrado en Adoración, donde faltan las palabras y el pensamiento de contemplar el cúmulo de sentimientos encontrados que podrían pasar por su mente.

            ¡Oh José, quien como tú lleno de gracia y de virtud que permitieron ver lo que muchos rechazamos por el soberbio pensamiento muchas veces de Tomás, de no creer sin ver. Tú creíste antes de contemplar humanamente,  abrazaste en el Seno de María a Aquel que te creo y te eligió para llevarlo en brazos, tú has tenido la gracia que nuestra pequeñez quisiera alcanzar!


José, Víctima Inmolada en el Silencio de la Persecución de la Vida

            Triste contemplación de la humanidad negligente, ciega y sorda que pasa de largo. Despreciamos la vida teniéndola en la palma de la mano, nos creemos dueños de ella y argumentamos falacias incongruentes para solapar el crimen y derramar sangre que clama en sollozos  hasta los cielos. Sangre inocente en el olvido que ninguno quedo exento del mismo riesgo, y que por amor Divino estamos vivos. Pero nos empeñamos en una falta de amor disfrazada fortaleza egoísta, queremos encontrar el valor propio, despreciando al indefenso. Indefenso que calla y se inmola, se ofrece como víctima. José también fue víctima silenciosa de Dios, incienso agradable en el altar de la salvación.  Su silencio argumento la contemplación de la Vida, y el sollozo de ver el nacimiento sobrenatural, de la vida sencilla y humana del amor conyugal que se manifiesta en los hijos. Silencio que contempla la esperanza del mundo, sí, la Vida es la Esperanza del mundo, matamos la vida, matamos la esperanza de los cielos nuevos y la tierra nueva.

            José, nos relata el Evangelio, alertado del ángel, enseña la prudencia de la defensa de la vida, Jesús que es perseguido por egoísmo y por miedo de perder privilegios. Se inmola en espíritu y en verdad por defender a quien es la Vida misma. José, es modelo de quienes defienden la vida, la aman. Tristeza de la humanidad es perseguir al inocente, al que no puede levantar su voz ni estirar sus brazos para defenderse.

Siervo Bueno y Fiel, entra al Gozo de Tú Señor

            Dichosa la muerte de Nuestro Padre San José, que mereció por gracia de la Clemencia Divina, terminar su tránsito mortal en los brazos de Jesús y de María. ¿Quién tuviera tal regalo de acabar así de morar en este Valle de Lágrimas? Es el premio del hombre fiel, que desde su sencillez, mansedumbre y silencio, degusto palpablemente de las maravillas de la Salvación. Silencio de contemplar a Dios hecho Carne y a quien pudo no solo contemplar, sino tocar y besar, amando con pasión indescriptible su labor de padre amoroso. Ahora duerme y calla para despertar y cantar las maravillas de la Redención. Muerte dulce, muerte santa. Así debería ser el tránsito nuestro, con el gozo y la satisfacción de haber llegado a la meta cumpliendo lo que debíamos hacer.

            José silente defendió la Vida misma que da vida a nuestra humanidad agonizante, aún en la natural duda de quién es tentado, del miedo a ser burla y oprobio, pero con paso firme y sin vacilación, con certero heroísmo de fe y caridad en la esperanza que ahora llega lo anhelado. No corta su vida, vive su vida con dignidad y abraza su muerte con dignidad y con amor.


            Careta de “dignidad” egoísta es querer acabar con la vida, don sagrado de todo ser humano, elevado por dignidad de ser Hijos de Dios, no es un hilo en el que nosotros mismos seamos tejedores, y podamos disponer cuando trozar la trama, por miedo al sufrir o ver como se acaba lo que somos, cuando es más valiente afrontar la realidad con dignidad y con amor que acabar con ella en la cobardía de una falsa libertad con consecuencias graves. Grande tentación es atentar contra la vida humana, que es don inescrutable que nos comparte el aliento Divino.  Que debe prevalecer y ser defendida como derecho inalienable, para dar esperanza al mundo que cada día carece de un sentido propio para ser títeres de dictaduras que en engaño de libertad únicamente esclavizan a las masas.

Conclusión

            Que San José nos enseñe a valorar y defender la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Pidamos su intercesión por Nuestro México tan atacado y alzado contra la Dignidad de la Persona en su derecho más elemental de la vida.

            San José, Padre y Protector de la Vida… Ruega por Nosotros.
            San José, Modelo de los Grupos Pro Vida… Ruega por Nosotros.
            San José, Protector de la Santa Iglesia de Dios… Ruega por Nosotros.



Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María



            Mexicali, B.C., 19 de Marzo de 2017. Solemnidad de San José, Esposo de la Santísima Virgen. En el Marco de la Campaña “40 Días por la Vida”


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