viernes, 31 de marzo de 2017

Carta a Don Alessandro Minutella

Don Alessandro Minutella
Sacerdote de la Archidiócesis de Palermo


Mexicali, B.C., México, 01 de Abril de 2017
Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima


Don Alessandro Minutella
Arquidiócesis de Palermo, Italia
P R E S E N T E. –

                        Estimado Padre en Nuestro Señor:

            Pido a Dios le bendiga por las manos del Inmaculado Corazón de María su Ministerio Sacerdotal y le conceda la Luz del Espíritu Santo para seguir sosteniendo en la Fe a tantas almas y gritar como el Mensajero que anuncia la Verdad.

            Mi nombre es Mauricio Parra, tengo 25 años, soy servidor, Adorador Eucarístico y Consagrado y Promotor de la Consagración al Inmaculado Corazón de María, por el Cumplimiento del Triunfo profetizado en Fátima por Nuestra Señora. Soy estudiante y trabajador. Hace un tiempo estudiante en el Seminario Diocesano y Candidato a la Vida Religiosa en la Orden del Carmen.

            El motivo de mi carta, es para agradecer su valentía, su entereza en defendernos la Fe Santa y Católica de la Iglesia, tan enturbiada hoy en la apertura tan triste de Roma a la Herejía del relativismo y de una falsa misericordia que lejos de salvar a las almas, las sumerge en una permisiva situación de pecado y condenación de tantas almas. Donde se proponen modelos evangélicos por demás alejados de lo que el Evangelio mismo nos propone. Donde se abraza el error alzándolo al mismo nivel que la verdad, donde se anuncia un acercamiento y una unidad por demás alejada de la conversión y el arrepentimiento, un sincretismo pernicioso que no es sino un ateísmo practico, donde centra al hombre como fin y principio de la fe, dejando a Nuestro a un lado, donde la Iglesia se ha vuelto una organización de ayuda humanitaria alejada de la Verdadera Caridad y de la Doctrina, olvidando su divina misión de salvar almas, no de atraer a las masas.

            Es una situación por demás escabrosa y difícil para la Iglesia, donde la espada y la pared ponen resistencia, donde los sentimientos de los fieles hijos de la Madre Iglesia nos sentimos como ovejas sin pastor, caminando en un monte en medio de la desolación, contemplando con una mezcla de sentimientos de tristeza, coraje e indignación el macabro espectáculo de la profanación abierta por parte de aquellos que deben enseñarnos la Fe. La Doctrina tratada como una constitución manipulable al voto de las conciencias, donde se quiere poner un Evangelio a la libre reinterpretación de las conciencias soberbias. Donde el Señor mismo es pisoteado en su Santuario en las profanaciones y comuniones sacrílegas, permitiendo el pecado la recepción Eucarística y donde a aquellos que hablan la caridad de la verdad ante todo esto son amordazados y sometidos, y tomados como los hijos de la rebeldía, cuando aún en la Santa Obediencia, es menester Obedecer a Dios por encima de los Hombres, y obedecer a la misma Palabra de Dios y a la inalterable Tradición Viva de la Iglesia, que debe ser conducta para todos los fieles y sobre todo para los Guardianes de la Fe que deberían ser nuestros Pastores.       

            Cierto es que como Cristianos le debemos un amor y obediencia sobrenatural al Romano Pontífice, en sintonía de amor a Cristo mismo, más hemos caído como Iglesia, en una idolatría mal sana hacia la figura de Pedro, donde se cree que todo cuanto diga es palabra y ley infalible, aunque esta sea en detrimento de la Fe, la moral y todo cuanto por 2000 años nos ha enseñado la Venerable Tradición Apostólica. Se ha convertido al Papa en una figura intocable donde al constituir solo la teoría de que el Papa por definición no puede caer en herejía, aun viendo la triste realidad de la decadencia, y buscando defender aquello que ya no tiene fundamento ni defensa, se le sigue viendo como un Monarca Absoluto, alejado de la caridad de que aun siendo Padre, también en la caridad de los hijos, es obligación y amor hacer ver el grave error por el que atravesamos, y que en ello, nada faltamos a la Obediencia y Reverencia Filial.

            Un temblor sísmico sacude fuertemente a la Iglesia, y muchos parecen no darse cuenta, deslumbrados y enceguecidos por palabras que más quisiera escuchar el mundo, alagado por llamativos discursos, y actitudes de altruismo, humildad y cercanía. Cierto es que la Iglesia debe ser cercana a sus hijos, alentar y despertar a las conciencias, pero siempre desde su Misión encomendada Divinamente. Hoy, la verdad incómoda no solo al mundo aletargado, sino también a la misma Iglesia por dentro, donde el humo de Satanás, no solo ha entrado, sino donde también el mismo fuego arde con tal intensidad que tal parece confundirse a una, con el Fuego Ardiente del Corazón Sacratísimo de Jesús.

            Tengo un Blog de internet, de Evangelización y Catequesis, “Porta + Fidei”, nacido así, por inspiración de la maravillosa Encíclica con Motivo del Año de la Fe, de Nuestro Amado Pontífice Benedicto XVI, a quien Dios Nuestro Señor y María Santísima guarden, bendigan y santifiquen. Blog Católico Tradicionalista, en comunión con el Magisterio de la Iglesia, y para el cual, me tomo el atrevimiento de pedir una palabra, sobre la situación actual y su Bendición para esta Obra puesta bajo el Amparo de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, y cuyos protectores son Nuestro Señor San José, San Miguel Arcángel, San Ignacio de Loyola y Santa Catalina de Siena.

Padre mío en Nuestro Señor, adelante, que la Caridad de la Verdad lo exige, como lo ha dicho Santa Catalina de Siena: “Gritad en lenguas, que por haber callado está podrido el mundo”. El Espíritu Santo le siga iluminando y María Santísima le siga fortaleciendo, estamos entrando en el Triunfo del Inmaculado Corazón, donde le queda poco tiempo a Satanás y actúa con mayor furia sabiendo que su hora está llegando.

            Nuestras Oraciones por usted Don Minutella. Pido me bendiga.



Atentamente

Mauricio Parra Solís

Esclavo del Inmaculado Corazón de Jesús

domingo, 19 de marzo de 2017

Silencio de San José en el Sí de la Vida

Meditación con Ocasión de la Solemnidad de San José




“Dejémonos contagiar por el silencio de San José.
Nos es muy necesario, en un mundo a menudo
demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento
y la escucha de la voz de Dios”.
S.S. Benedicto XVI
(Angelus, 18. XII, 2005)


            La Iglesia celebra de manera especial  junto con María Santísima, el Glorioso Patrocinio de San José, Padre Nutricio de Nuestro Señor, hombre noble, paciente, humilde, caritativo, pero sobretodo obediente y silencioso en la presencia de Dios. Preparado en el Plan de la Salvación de la descendencia de David (Mt .1, 20).

Necesidad de Silencio

            José, hombre profundamente lleno de la presencia del Espíritu Santo, su silencio, impregnado de la contemplación de Dios, con la total disponibilidad a la Voluntad de Divina, no es un silencio que manifieste un vacío, sino la fe, verdaderamente elevada.

            ¡Cuánta necesidad experimenta el mundo del silencio interior! Ruido en todas partes, y un miedo horrible a quedar callados y entrar en la intimidad personal, y más aún, en la intimidad de la presencia de Dios, a quien queremos amordazar porque su silencio, nos increpa a vernos tal cual somos en nuestras miserias, y experimentar de manera verdadera, la necesidad que tenemos de su amor, en nuestro mundo personal tan vacío por las propias pasiones y limitaciones. Pero la soberbia nos abraza, la indiferencia y la caridad propia de conocernos personalmente, de abrazarnos y descubrir la grandeza de misericordia que existe en cada uno de nuestros corazones.


Silencio de San José ante la Duda.

            San José, hombre cercano a la humanidad temerosa, a la humanidad donde la duda increpa, la duda a lo sobrenatural, a la acción de Dios, que no siempre es pavorosa, que se hace sencilla, delicada y humilde, cuando no alcanzamos a entender. Podríamos tomar la Alabanza de Jesús y adecuarla a la perfección a modelo que fue este Patriarca: “Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios e inteligentes” (Mt. 11, 25). Duda válida de Nuestro Padre José, en contemplar a una Mujer, su Esposa, embarazada. ¿Qué habrá pasado por su mente? El Evangelio nos muestra su prudencia y buena voluntad de dejarla en secreto para que no corriera riesgo (Mt. 1, 19), más sin embargo, la Voluntad de Dios, no es la voluntad de los Hombres, y disponía algo más excelso.
          
                                     
            Grande fue la Gracia de José, que mereció el consuelo del ángel en el sueño, donde le indicaba que no temiera recibir a María, pues lo que en Ella gestaba, era Gracia del Espíritu Santo, y más aún, el ángel, por Voluntad Divina, le confiere la potestad de ser Padre Nutricio, al confiarle el nombre que habría de llevar el Hijo de la Redención. (La Tradición Judía, marca que el padre es quien da el nombre al recién nacido, como signo de autoridad familiar). José, Obediente, cumple en el silencio amoroso la Voluntad de Dios, he ahí donde la duda calla y la confianza comienza. Pero pobres de nosotros pecadores, que aun teniendo la certeza de las realidades, no confiamos y no esperamos. No somos capaces de pedir las luces altísimas para mirar con claridad del día, preferimos contemplar con la ceguedad de la noche y caminar con la duda que siembra el Diablo, hijo de la perdición, donde el alma es abatida, corrompida y alejada de la verdadera comunión, ojos humanos con velo sujetado por nosotros mismos. Pobres de nosotros que teniendo ojos, no vemos y sentidos no contemplamos, José, por encima de la Duda natural, abraza su Misión y camina, se le vislumbra un horizonte que quizá, muchos varones hubieran querido a lo largo de toda la historia, poder contemplar, “ser Custodio de la Redención humana”, desde la concepción sobrenatural, para enseñarnos a ser custodios de la belleza de la vida en la concepción natural.

 José, por encima de pensar en abortar su Misión, en desproteger aquello que le confiaron, abraza y ama como lámpara ardiente del primer Sagrario, al Hijo Encarnado y Unigénito del Padre. Y hoy, tristemente, cuantos padres, abortan la misión de la paternidad, como si la Misión solo se tratara de la mujer a quien han “amado” y que repudian en la responsabilidad. Y muchos hombre callados, porque les han quitado la voz y el voto de poder elegir sobre la vida de sus hijos en peligro de ser derramada su sangre en patíbulos infames donde es mutilada la vida de inocentes, por opresión de la sociedad tan carente de caridad, de moral y de sensibilidad, de una sociedad egoísta y mezquina. José, también es modelo y protector de la Vida en Gestación.

Contemplatio Misterium Fidei: “Et Verbum Caro Factum Est”
(Contemplación del Misterio de la Fe:  “Y el Verbo se hizo Carne”)

            Silencio Eucarístico de San José en el pesebre. Dichosos los ojos que contemplaron la Redención en el esplendor de su Fragilidad. María Santísima tiene el mérito esplendoroso de ser Sagrario del Redentor, Primer Tabernáculo de la Presencia en el Mundo. José, podría decirse, ser la lamparilla que siempre acompaño al Sagrario, que velo por él, le dio calor y nutrición. Ahora contempla al Divino Verbo, expuesto en la grandeza de la humanidad, tan expuesto como lo tiene la Iglesia en sus Altares, lo puede tocar, lo puede besar, lo adora con profunda reverencia.

            ¿Qué pasaría por la mente de José en la cueva de Belén? Velar por el bien integral del Redentor, por supuesto que sí, pero más allá, en lo espiritual, ¡que contemplación! Silencio de Amor, un hombre íntegro que fue preparado cariñosamente para este momento, bien podíamos contemplar en este momento un José inundado en gozo, en anonadamiento personal, un José lleno de gratitud con lágrimas en los ojos. Quién de nosotros podríamos tener la dicha de la magnificencia de ver con los ojos mortales a Aquel que se ha humillado por amor de cada uno. Él ha tenido singular privilegio de la Clemencia Divina, un José postrado en Adoración, donde faltan las palabras y el pensamiento de contemplar el cúmulo de sentimientos encontrados que podrían pasar por su mente.

            ¡Oh José, quien como tú lleno de gracia y de virtud que permitieron ver lo que muchos rechazamos por el soberbio pensamiento muchas veces de Tomás, de no creer sin ver. Tú creíste antes de contemplar humanamente,  abrazaste en el Seno de María a Aquel que te creo y te eligió para llevarlo en brazos, tú has tenido la gracia que nuestra pequeñez quisiera alcanzar!


José, Víctima Inmolada en el Silencio de la Persecución de la Vida

            Triste contemplación de la humanidad negligente, ciega y sorda que pasa de largo. Despreciamos la vida teniéndola en la palma de la mano, nos creemos dueños de ella y argumentamos falacias incongruentes para solapar el crimen y derramar sangre que clama en sollozos  hasta los cielos. Sangre inocente en el olvido que ninguno quedo exento del mismo riesgo, y que por amor Divino estamos vivos. Pero nos empeñamos en una falta de amor disfrazada fortaleza egoísta, queremos encontrar el valor propio, despreciando al indefenso. Indefenso que calla y se inmola, se ofrece como víctima. José también fue víctima silenciosa de Dios, incienso agradable en el altar de la salvación.  Su silencio argumento la contemplación de la Vida, y el sollozo de ver el nacimiento sobrenatural, de la vida sencilla y humana del amor conyugal que se manifiesta en los hijos. Silencio que contempla la esperanza del mundo, sí, la Vida es la Esperanza del mundo, matamos la vida, matamos la esperanza de los cielos nuevos y la tierra nueva.

            José, nos relata el Evangelio, alertado del ángel, enseña la prudencia de la defensa de la vida, Jesús que es perseguido por egoísmo y por miedo de perder privilegios. Se inmola en espíritu y en verdad por defender a quien es la Vida misma. José, es modelo de quienes defienden la vida, la aman. Tristeza de la humanidad es perseguir al inocente, al que no puede levantar su voz ni estirar sus brazos para defenderse.

Siervo Bueno y Fiel, entra al Gozo de Tú Señor

            Dichosa la muerte de Nuestro Padre San José, que mereció por gracia de la Clemencia Divina, terminar su tránsito mortal en los brazos de Jesús y de María. ¿Quién tuviera tal regalo de acabar así de morar en este Valle de Lágrimas? Es el premio del hombre fiel, que desde su sencillez, mansedumbre y silencio, degusto palpablemente de las maravillas de la Salvación. Silencio de contemplar a Dios hecho Carne y a quien pudo no solo contemplar, sino tocar y besar, amando con pasión indescriptible su labor de padre amoroso. Ahora duerme y calla para despertar y cantar las maravillas de la Redención. Muerte dulce, muerte santa. Así debería ser el tránsito nuestro, con el gozo y la satisfacción de haber llegado a la meta cumpliendo lo que debíamos hacer.

            José silente defendió la Vida misma que da vida a nuestra humanidad agonizante, aún en la natural duda de quién es tentado, del miedo a ser burla y oprobio, pero con paso firme y sin vacilación, con certero heroísmo de fe y caridad en la esperanza que ahora llega lo anhelado. No corta su vida, vive su vida con dignidad y abraza su muerte con dignidad y con amor.


            Careta de “dignidad” egoísta es querer acabar con la vida, don sagrado de todo ser humano, elevado por dignidad de ser Hijos de Dios, no es un hilo en el que nosotros mismos seamos tejedores, y podamos disponer cuando trozar la trama, por miedo al sufrir o ver como se acaba lo que somos, cuando es más valiente afrontar la realidad con dignidad y con amor que acabar con ella en la cobardía de una falsa libertad con consecuencias graves. Grande tentación es atentar contra la vida humana, que es don inescrutable que nos comparte el aliento Divino.  Que debe prevalecer y ser defendida como derecho inalienable, para dar esperanza al mundo que cada día carece de un sentido propio para ser títeres de dictaduras que en engaño de libertad únicamente esclavizan a las masas.

Conclusión

            Que San José nos enseñe a valorar y defender la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Pidamos su intercesión por Nuestro México tan atacado y alzado contra la Dignidad de la Persona en su derecho más elemental de la vida.

            San José, Padre y Protector de la Vida… Ruega por Nosotros.
            San José, Modelo de los Grupos Pro Vida… Ruega por Nosotros.
            San José, Protector de la Santa Iglesia de Dios… Ruega por Nosotros.



Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María



            Mexicali, B.C., 19 de Marzo de 2017. Solemnidad de San José, Esposo de la Santísima Virgen. En el Marco de la Campaña “40 Días por la Vida”


sábado, 11 de marzo de 2017

Carta Abierta a Fray Tomás González, OFM Sobre el Sacrilegio LGTB de la Santa Misa

Mexicali, B.C., 11 de Marzo de 2017
Año Jubilar por el Centenario de las Apariciones
de la Santísima Virgen en Fátima.

Fray Tomás González, OFM
Parroquia de Jesús Crucificado
Diócesis de Tabasco
P R E S E N T E. –

                        Estimado Hermano:

            Es difícil escribir estas líneas y sentirse abiertamente molesto, triste e indignante. Ante la soberbia muestra de carácter que ha tenido debido a las recientes críticas a su Sacrílego respeto a la Celebración de la Misa. Por demás decir, el papel de victimismo que encarno ante las mismas, pues usted mismo en conciencia, sabe que lo que ha hecho no es digno de un Ministro del Altar.

            Cierto es, como usted mismo lo dijo en su Red Social, que “La Misa es la mesa compartida donde nada queda excluido, donde hay pan para todas y para todos donde se genera fraternidad y dignidad”. Lo que no es aceptable, es que en virtud a la inclusión que debe tener la Iglesia, como Madre de Misericordia, es pisotear al Señor mismo en su Templo, faltar al respeto a lo más Sagrado y Digno que los Católicos tenemos en el Santo Sacrificio de la Eucaristía, tratar el Templo, el Altar como si se tratara de un circo.

            Creo que en el tiempo que usted estudio en la Formación de la Orden de San Francisco, en ninguno de los Documentos que la Iglesia habla del respeto a la Santa Misa, nos expresa que debe ser tratado el Altar como una dignidad menor a la que se merece el Señor. Triste es, estos actos que usted ha hecho, no en acercar a los que abiertamente nos agreden en la Fe, en la moral y en lo sano. Pues cierto es que no son los sanos los que necesitan médico, cuanto más excelso es el Señor, Jesucristo Buen Pastor, el médico por excelencia de las almas lastimadas y marginadas. Más esa no es la mejor manera de hacer llegar en absoluto en autentico mensaje de Amor y Misericordia del Padre.

           

Cierto es que la preferencia sexual no es un motivo para estar lejos del Señor y de todo aquello que nos enseña el Evangelio, más sin embargo, Cristo abraza al Pecador, no al pecado. Y esa es la misma actitud que debe tener Hermano mío. La Sagrada Escritura, nos enseña eso y nos enseña que aquel que sea Adúltero, fornicador, homosexual (que no guarde el respeto a su cuerpo) no heredara el Reino, y nos lo enseña el Apóstol Pablo, no como un rigorismo farisaico, sino como un acto de reprensión caritativa y preocupada de la Salvación de las Almas.

            Abiertamente se lo digo como hijo de la Iglesia, pero también desde la vivencia de la condición en atracción hacia el mismo sexo. No más sacrilegios al Sacrificio de la Misa, basta ya de abusos hacia la Liturgia. La Iglesia a los homosexuales jamás nos ha excluido, jamás nos ha hecho menos, y prueba de ello es el Catecismo de la Iglesia Católica y aquello que enseñaba el Papa Benedicto XVI: “La Iglesia Católica debe acoger con respeto, compasión y delicadeza a todas las personas homosexuales pero exigiéndoles también que vivan la castidad”.

            La manta, que ha colocado sobre el Altar, bajo la leyenda “Orgullo LGTB”, aunado a la bandera multicolor, no es algo propio de la Celebración de Cristo. Sinceramente, no tienen lugar ni mucho menos humildad sus palabras expresas al decir: “muchas personas desataron una discusión llena de ofensas, calumnias, incomprensión y xenofobia”, cuando de parte de los Católicos, no hubo ofensa alguna, sino recordar lo que nos enseña la Palabra de Dios, el Magisterio de la Iglesia, sobre la Liturgia, más sin embargo, por parte de personas tanto heterosexuales como homosexuales, si fueron los que insultaron y faltaron al respeto.

            Y poco fue de ayuda lo que usted comento, cuando la actitud que debió guardar debió haber sido de humildad y reconocimiento de su error y falta de respeto.

            Sinceramente, es triste y decepcionante que un hijo del Seráfico Padre San Francisco de Asís tome esa postura, y realmente una deshonra. Más pareciera esa actitud de uno de los enemigos tantos que la Iglesia siempre ha tenido, no desde fuera, pues como enseña San Pio X, “Más peligrosos son los enemigos que yacen en el seno de la Iglesia, pues los externos se conoce su proceder, más quienes están dentro, son peor aún, cuanto es poco y escondido su proceder”.

            Sin embargo, puedo decirle que cuenta con mis oraciones por su conversión, y por el regreso a la ortodoxia de la Iglesia, pues su actitud Padre, más confunde que ayuda a la Iglesia. Solo recuerde, que todo aquello que se haga como Sacerdote  durante la Santa Misa, es lo primero que juzgara el Señor, y de lo poco que perdonara el Creador de cómo se trate de su Divino Hijo en la Eucaristía.

            Dios lo bendiga, y en caridad, recapacite.


Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María


C.C.P. Excmo. Sr. D. Gerardo de Jesús Rojas, Obispo de Tabasco.


domingo, 5 de marzo de 2017

Oración por los Sacerdotes


Señor Jesús, que nos has llamado a colaborar
en el seno de la Iglesia en favor de tus Sacerdotes,
en su santificación y su conversión,
muy especialmente por aquellos que han olvidado
el sentido de su Vocación
y se han convertido en objeto de dolor para tu Amabilísimo Corazón,
mira que con ánimo alegre y comprometido,
deseamos con ardor, reparar por sus faltas,
nos ponemos en marcha para salir a su encuentro
y tenderles en Tú Nombre, la mano amiga para levantarlos del suelo.

Queremos servirte inflamados en el Amor Ardiente de Tu Santísimo Corazón,
Presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía,
Adorando y Consolando muy de cerca tus dolores y ser partícipes
Y corredentores de tus Consagrados,
Orando por aquellos que no han velado contigo para no caer en la tentación.

Concédenos, te lo pedimos, 
mirar a nuestros Pastores con ojos de Misericordia,
Si el mundo ya los ha condenado, que no seamos nosotros
Del mismo número que los ha enjuiciado, sino del rebaño fiel que permanece
En vela junto con ellos para levantarse del suelo.
Que seamos capaces de ver en cada uno de ellos, 
Sacerdote, Obispo y Consagrado,
Ese reflejo de Padre Bondadoso que eres Tú.

Inflama de amor a tus Sacerdotes que el maligno tiene envueltos
Bajo el yugo de la frialdad y la tibieza,
Que reaviven esa pasión, ese amor y compromiso 
por la Salvación de las almas.
Que recuerden que son jueces de Misericordia 
en el Tribunal de la Reconciliación,
Que recuerden el Don tan Sublime de poder tener entre sus manos
Cada día al Verbo Encarnado en la Celebración del Sacrificio Eucarístico.

Te lo pedimos, por intercesión del Inmaculado Corazón de María,
Madre de Cristo Sacerdote y Víctima,
Madre y Reina de los Consagrados.
Amén


M.P. Solís
Diciembre 15, 2016



+ Jorge Carlos Patrón Wong
Secretario para los Seminarios de la Sagrada Congregación para el Clero
“Oremos y Ayudemos a Nuestros Sacerdotes”
05 de Marzo de 2017

sábado, 4 de marzo de 2017

Llamamiento a los Obispos del Orbe Católico


“Hoy, muchos ya no saben lo que creen.
En las iglesias se oyen afirmaciones que causan estupefacción,
Se leen tantas declaraciones contrarias
A lo que se había enseñado”
(M.M.L.)

            Reverendísimos Padres en Nuestro Señor:

                        Con reverencia, obediencia y amor a la Santa Madre Iglesia Católica, he querido escribirles esta carta, como un laico preocupado por la situación actual por la que atraviesa nuestra Fe. Sin duda, la Iglesia, aunque no declarado, atraviesa un Cisma espantoso, del cual todos los fieles se dan cuenta y vagan como ovejas sin pastor, buscando, hambrientas y sedientas, verdaderos pastos y ríos de vida eterna. Confusión en la Iglesia, que solo pierde a las almas, y las entrega a las fauces del león rugiente, que como enseña San Pedro, ronda buscando a quien devorar, y en estos tiempos, es difícil, como enseña el Apóstol, resistirle con la firmeza de la fe, cuándo esta tristemente vilipendiada y arrojada al suelo, por los mismos Pastores que deberían darnos al rebaño, pastos abundantes para saciar el hambre de encontrar la Salvación.
                  
      Padres míos, la súplica que les hago en esta carta, no es otra que pedir que nos “den la Fe Católica, la fe de los santos, la fe de los Apóstoles, la fe que la Iglesia ha guardado durante 2000 años, desde Nuestro Señor. No una Fe licuada, sincretista y protestanizada. La Fe de nuestros Padres, de nuestros Abuelos. La Fe por la cual tantos mártires han derramado su sangre, la Fe oprimida por sus enemigos”. Ya basta Padres Excelentísimos, de ser Vosotros mismos, nuestros Pastores, quienes pasen por encima de esta Fe. De traicionar a Cristo como Judas lo hizo. Son Ministros de Cristo, pero parecen como los Apóstoles que se han dormido en el Huerto en lugar de Velar junto con él, no le acompañan en el camino doloroso y le abandonan en la Cruz, pocos permanecen fieles a lo que han prometido Enseñar y Custodiar: la Fe de la iglesia que profesaron en vuestras Ordenaciones.

                        Pareciera, que se cumple lo que el Señor recrimina a los Israelitas por boca del Profeta Isaías: “Son ciegos los guardianes de mi Templo, ninguno sabe nada.  Todos son perros mudos incapaces de ladrar… son Pastores que no saben entender, todos se han apartado por su camino, cada cual, hasta el último, busca su propia ganancia” (Is. 56, 10-11). Para todo aquello que deberían levantar la voz, permanecen mudos, y en lo que deberían guardar silencio, son apremiantes en levantar la voz. La Iglesia está para Salvar a las almas, si para hacer prevalecer la dignidad de la persona humana ante las injusticias, ser voz de los hijos a quienes se han apagado la voz. Más sin embargo, la principal Misión de la Iglesia es Salvar a las Almas para el Reino de los Cielos. Dar el pleno conocimiento de Su Señor, Salvar a las almas, ser verdaderos Pastores, y es triste, que se han convertido en asalariados que entregan las ovejas al fuego, al lobo que ronda por el redil.

                        La Fe la ha dado Dios desde la Antigua Alianza para salvación del hombre, Cristo estableció el Pacto de la Cruz para reconciliación, dejo a su Esposa la Iglesia para continuar la Obra de Salvación, no para que en su Nombre se condenaran los Hijos. Y triste es, ver como quienes son los Episcopos, los Guardianes de la Fe, bajo el escudo de la Misericordia, pisotean al Señor en su propio Santuario. Entregándolo como Judas en el Huerto, ya no por treinta denarios de plata, sino por comodidad, por no perder un puesto, por quedar bien. Por alagar al mundo. Cuando la Iglesia y el mundo se entienden, es síntoma que el demonio ha entrado. Pues la verdad y la mentira no son compatibles, y Cristo mismo lo dijo al orar por sus discípulos: “Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque son tuyos… el mundo los aborreció porque no son del mundo como tampoco Yo soy del mundo (17, 9; 14). Por eso la Iglesia es perseguida, porque tiene que Sufrir lo que ha sufrido su Señor.

                        En aras de Misericordia, no podemos aventar a los hijos al fuego. En aras de la caridad, no se puede pisotear a Cristo en los Sacramentos, violando la Sacralidad del Matrimonio y entregando la Eucaristía en pecado de Adulterio, bajo Normas Pastorales que atentan a la Caridad y al Temor a Dios, solapando la soberbia de quienes pretenden profanar el Cuerpo y la Sangre de Cristo;  vender la Fe de la Iglesia, por atraer a quienes lastimosamente y por propia voluntad se han salido de la Iglesia. Quien no está con Cristo, desparrama, quien está fuera de la Iglesia, lastimosa es, pero realidad, no alcanza la Vida Eterna, Cristo es Camino, Verdad y Vida, y lo ha delegado a Iglesia. Cierto es que la Iglesia debe atraer a todos los hijos dispersos, y buscar el retorno de los Herejes a ella, más no solapar su herejía y licuarla en sincretismo con la Fe de la Iglesia, para no lastimarlos y hacer el llamado más atractivo. Cristo mismo en el sermón del Pan de Vida, viendo la multitud que se alejaba, no retrocedió y dejo que cada cual creyera lo que quisiera, se mantuvo firme mirando a sus Apóstoles al decir: “¿vosotros también quieren dejarme?”  (Jn. 6, 67). Cristo mismo es quien les ha dado el poder, no ha sido ni el mismo Sumo Pontífice, ha sido el Espíritu Santo quien los ha consagrado, para “Anunciar la Buena Nueva de Salvación”. No para hacer de ella servilleta que se usa, se maltrata y se avienta a la basura.


Como laico, es poco lo que se puede hacer, pero apelo a la libertad de los hijos de Dios, a la libertad que nos da la Iglesia en su Magisterio y en mismo Derecho Canónico, de levantar la voz en reverencia a Nuestros Pastores, por amor de Cristo y de la Iglesia, y es una la súplica de muchos fieles: defiendan la Fe, vosotros que tienen Autoridad, no entregarán cuentas al Papa, a la Conferencia Episcopal, sino al mismo Cristo, que pedirá rigurosa cuenta de las almas que han salvado o condenado por su silencio y negligencia. Dichoso el Pastor que escuche la bendición del Siervo Fiel en el gozo de Su Señor, y no la maldición del siervo impío, que ha traicionado a Su Señor, y acabe arrojado al lugar del castigo, junto al séquito de almas que ayudo a condenar. La Iglesia es Madre y Maestra de Misericordia, y como Madre exige a sus hijos y les corrige por su Salvación, como Cristo exigió y tuvo celo de la Voluntad de Padre. Celo por la Salvación de las almas, por eso exige y Maestra de Misericordia, porque muestra el Rostro de Cristo en la Cruz que acoge a todos los pecadores, pero desprecia el pecado que nos aparta de la Salvación.

                       
Padres míos en Nuestro Señor, dadnos la Fe, defendernos la Fe, salvar nuestras almas. Ya suficientemente es azotado esta Cristo, y suficiente esta burlado de Satanás, como para que vosotros, Pastores, continúen esta obra de traición, siendo testigos del enemigo de las almas, injuriando más al Señor destrozado por nuestros crímenes y nuestras ingratitudes. Ya no es tiempo de callar, como enseña la Gran Doctora Santa Catalina de Siena, sino de gritar en mil lenguas, que por callar está podrido el mundo.

                        Pido insistentemente ante el Señor, el Buen Pastor, por vuestras Excelencias, para que sean verdaderos Pastores como la Iglesia lo necesita hoy, si en el acercamiento  a sus Hijos, pero también valientes para defender a Cristo en lo que ha enseñado. Gallardía Padres míos, que vuestra recompensa será grande a la Hora que os pidan cuentas en el Tribunal de la Justicia. No pretendo ser mayor autoridad que vosotros, más escribo como laico que ama a Su Señor, a su Iglesia, pecador como todos y lleno de miserias infinitas. Pero que desea responder a la Divina Voluntad ayudado de la Gracia que nos asiste del Espíritu Santo.

                        Beso de cada uno, de rodillas y con reverencia, vuestros Anillos Pastorales, a la vez que suplico su más Paternal Bendición Apostólica.



Laico Mauricio Parra Solís


            Mexicali, B.C., 03 de Marzo de 2017. Santo Tiempo de Cuaresma. Año Jubilar, por el Centenario de las Apariciones de María Ssma. en Fátima.