Mexicali, B.C., 02 de Febrero de 2017.
Fiesta de la Purificación de Ntra. Señora.
Año Jubilar del Centenario de las Apariciones de
Fátima.
Eminentísimo y
Reverendísimo Señor Cardenal
Dr. D. Raymond Leo Burke
Diaconía de
Sant´Agata de´Goti
Cardenal Patrono de
la Soberana Orden de Malta
Eminentísimo Padre en
Nuestro Señor:
Por las presentes letras reciba un
respetuoso saludo, suplicando a Nuestro Señor Jesucristo Buen Pastor, y al
Inmaculado Corazón de María, le bendigan y le guarden en su Ministerio
Cardenalicio para exaltación de la Fe Santa y mejoría de Nuestra Santa Madre
Iglesia.
Le escribimos las presentes letras,
un grupo de fieles laicos de diferentes Diócesis de México, preocupados ante
todo por la situación por la qué triste y confusamente atraviesa la Fe Sana,
Verdadera y Católica ante las desviaciones de Nuestros Reverendísimos Pastores,
los Obispos, y nuestros Sacerdotes diseminados en todo el orbe. Confusión qué
abre cada vez más paso en los corazones y en las conciencias de los hombres ya
tan alejados de Dios, y que con Normas Pastorales contrarias al Magisterio y a
la misma Palabra de Dios, no hacen sino más fácil y evidente la obra de la
condenación sobre la Obra de la Salvación que Jesucristo, el Señor, le ha
encomendado a su Esposa la Iglesia.
Iniciada con la Carta Postsinodal
sobre la Familia “Amoris Laetitiae” y las recientes páginas de conmemoración de
la triste separación de la Iglesia ocasionada por el monje hereje Martín
Lutero, y que tristemente la Santa Sede Apostólica, ha llamado mediante
documento con ocasión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos,
le ha puesto junto a otros más reprobables herejes, como “testigo del
evangelio”. Cuánto no ha sido sino el golpe más doloroso dado en los últimos días del Pontificado de nuestro
Santo Padre el Papa Francisco. La situación de Nuestra Iglesia, manifestada más
hondamente en las decisiones de los Obispos de Malta, de Filipinas que han dado
Decretos para dar abiertamente la Sagrada Comunión a quienes viven en pecado
grave de adulterio, bien sabido que de esta manera no es un acto de caridad
sino de profanación y sacrilegio, arrojando el Santísimo Sacramento como si
comida a los perros se tratara.
Vuestra Eminencia mejor que nosotros
sabe la dolorosa situación actual por la que atraviesa la Fe de la Iglesia y la
necesidad de que Su Santidad responda las acertadas Dubias que usted como los
demás Eminentísimos Cardenales han tenido a bien expresar y no demorar más la
corrección pública y fraterna a nuestro Santísimo Padre. Pues la salvación de
tantas almas está en riesgo capital, tergiversando la Caridad y Misericordias
de una manera que poco o nada tienen de Espíritu Evangélico.
Por otra parte, el
motivo de estas letras, es para suplicar a Su Eminencia Reverendísima, su
paternal consejo ante esta situación, permaneciendo fieles al Magisterio
Eclesial que siempre se ha enseñado. Uno como laico, en la medida de sus
facultades enseña y habla lo que la Iglesia enseña fielmente en su poca o mucha
capacidad y estudio, como usted en entrevista ha enseñado magistralmente, temer
más al Juicio de Dios que a perder tal o cual cargo en la jerarquía. Como debe
ser nuestra postura como Fieles Hijos de la Iglesia ante esta decadencia de Fe
y Moral, donde los Pastores no se han vuelto sino encubridores de todo lo que
la Iglesia ha enseñado que nos aleja del Señor. Donde hasta los Consagrados y
Consagradas se han atrevido a contradecir los Dogmas abierta y heréticamente
sin recibir de sus Superiores y Obispos las justas penas por causa del daño que
hacen a los fieles. Y sin embargo, permanecen triste e indignamente callados.
Cierto es que ya estamos en abierto
Cisma en la Iglesia aunque de manera formal no se ha declarado con todos los
atropellos que la Jerarquía Eclesiástica viene enseñando al Magisterio
Doctrinal y a la Sacralidad de los Sacramentos, y el demonio mismo que ha
vendado los ojos de muchos haciendo creer que no pasa nada, que la Iglesia está
bien y que es necesario una nueva mal llamada primavera eclesial y una herética
“revolución de la ternura” como lo ha expresado tantas veces el Papa Francisco.
¿Qué consejo nos da Su Eminencia
ante este clima tan delicado? ¿Cómo debemos proceder? Pues aun cuando se habla
con reverencia, no somos sino tachados de divisorios, rebeldes y contumaces que
quieren hacer un mal a la Iglesia en lugar de crear unidad. Mas sin embargo,
¿Cómo es que se puede crear una verdadera unidad siguiendo el juego de enseñar
errores importantísimos? Suplicamos a Su Eminencia una palabra acertada como
siempre la tiene, pues este mismo grupo que ahora le escribe, hemos tenido a
bien escribir a Nuestros Padres Cardenales de la Iglesia Mexicana y al
Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico de Su Santidad en México y triste es que
a la fecha ninguna respuesta se ha dado. Es por eso que acudimos a su Paternal
asistencia.
Sin
más que agregar, nos despedimos, besando la Sagrada Púrpura de Vuestra
Eminencia, suplicando imparta sobre nosotros su Paternal Bendición, y
reiterando nuestras más sinceras oraciones por usted, su salud y Ministerio.
En
Fidelidad a la Santa Madre Iglesia.
Sr. Mauricio Parra Solís
Diócesis de Mexicali
Sr. Jaime Mauricio Zavala
García
Diócesis de Irapuato
Rvmo. Pbro. D. Moisés Olmos
Ponce
Diócesis de Ensenada
Rvmo. Sem. Guillermo de Jesús
Dávalos
Arquidiócesis de Guadalajara
Sr. Joaquín Ruiz Sarracino
Diócesis de Tabasco
Biol. Israel de Jesús Crisanto
Mendoza
Diócesis de Irapuato
Sra. María de los Ángeles
Mendoza M.
Diócesis de Irapuato
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