domingo, 23 de abril de 2017

Credo Eucarístico


Creo en Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, Real y Verdaderamente Presente en el Santísimo Sacramento del Altar, que fue concebido por Obra y Gracia del Espíritu Santo, que fue encarnado en el Vientre Virginal de la Hija de Sión, María Santísima; convertida en Primer Templo y Sagrario de la Presencia Sacramental del Hijo de Dios,  y por la Gracia Santificadora de este mismo Espíritu se encarna en la Fragilidad de un Pan Puro, conmemorando incruentamente la Cena Pascual, donde tomándole en sus Santas y Venerables Manos, bendijo al Eterno Padre, y distribuyéndolo entre los Apóstoles, lo consagro diciendo: “Tomad y Comer este es mi Cuerpo; Tomad y bebed que esta es Mi Sangre que se derrama por todos vosotros y por todos los hombres para la Remisión de los Pecados”, constituyendo así la plenitud de su Pascua, cuando colgando del Madero de la Cruz, Ofreció su Cuerpo y Sangre en total plenitud del sacrificio de Redención, Ofreciéndose en Oración, Alabanza y Santidad hasta la consumación de los Tiempos, y constituyendo a su Esposa Inmaculada, la Iglesia, Celebra el Misterio de Caridad de manos de sus Ministros.

Creo con esperanza y caridad cuanto has enseñado, que al comer tu Cuerpo y Beber Tú Sangre alcanzaré la Vida Eterna, y viviendo en Gracia y Santidad podré gozar de contemplarte Cara a cara en la Jerusalén del cielo. Creo y Espero que me alcanzaras la Gracia de recibirte sin pecado, y la devoción para valorar Tú Presencia en cada Sagrario de la Tierra, amarte y hacerte amar. Me darás la gracia de poder reparar todos los ultrajes que te hacemos ingratos.

Creo firmemente que este Alimento es viatico y consuelo, fortaleza y alivio para este Valle de Lágrimas, que al acudir a tu encuentro delante de tu Sagrario, encuentro seguro alivio a mis males y consuelo en mis miserias, liberación de mis ataduras y sanación de mis dolencias del alma y del cuerpo. Creo que estas Presente en cada Tabernáculo de la Tierra y que Reinas Silencioso y Escondido detrás de las Especies Sacramentales. Que desde ahí sostienes al mundo y provees a Tú Iglesia el  auxilio.

Alcánzanos como lo esperamos, el perdón de nuestros pecados y salvación que esperamos, mientras levantamos las manos al cielo, en oblación pura.

Gloria, Honor y Alabanza sean dados eternamente al Santísimo y Divinisimo Sacramento. Amén

Mauricio P. Solís
Esclavo Eucarístico del Inmaculado Corazón de María


            Mexicali, B.C., 21 de Abril de 2016. Octava de Pascua. Año Jubilar por el Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima.

domingo, 16 de abril de 2017

Cumpleaños Papa Benedicto XVI


Oremos en este día por Nuestro Santísimo Padre el 
Papa Benedicto XVI
hoy en su Cumpleaños 90
(16 de Abril de 1927 - 16 de Abril de 2017)
para que el Señor le bendiga y le guarde
y le conceda la Fortaleza, salud y vida para seguir sosteniendo
a la Santa Iglesia de Cristo.
Nuestra Fidelidad y Amor al Romano Pontífice
"Dulce Cristo en la Tierra".

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Oremus pro Pontifice Nostro Benedictus
Dominus concervet eum,
et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra,
et non Tradat eum in animam inimicorum eius.

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+Oremos por el Papa Benedicto XVI.
Que el Señor lo conserve,
le conceda vida larga, y lo bendiga en la Tierra,
y que no lo entregue a las manos de sus enemigos.+



sábado, 15 de abril de 2017

Meditación sobre la Resurrección del Señor


“Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
Ese lucero que no conoce ocaso
Y es Cristo, Tu Hijo Resucitado”
(Pregón Pascual)


            Estamos llamados a ser una Ofrenda agradable al Padre, una Ofrenda que sea capaz de consumirse en pureza y en santidad. Que arda para la Vida Eterna, alumbrando con la Luz de Cristo, que es Luz brillante capaz de iluminar no solo la tiniebla del mundo, sino la tiniebla espiritual del hombre que se sumerge en el pecado. Cristo es la Luz que el mundo no quiso recibir en la Encarnación, y que viendo la grandeza de su Misericordia, desprecio aún más, haciéndolo oprobio de sí mismos, convirtiéndolo en reo de muerte, en despojo y criminal.

            La Cruz de Cristo, es aparente derrota, aparente fracaso, más como enseña San Pablo: “es poder y sabiduría de Dios” (1 Co. 1, 18), pues la cruz no existe, ni quiso ser tomada por Cristo como objeto para estar en contra del mundo, sino para mostrarse a favor del mundo, el mundo la desprecia por no adecuarse a la vida conformista y placentera del Hombre, pues la cruz en sí misma, es un plan de vida aún más perfecto que el nuestro propio, porque es la Voluntad de Dios la que da la libertad a nuestra vida, la Cruz, hoy se muestra como lo que es realmente, el Triunfo de Cristo sobre el Maligno, para convertirse en una escalera al Reino de los Cielos.


            Si Cristo, hubiera permanecido en el Sepulcro sellado, ¿de que nos valdría haber nacido? La misma carga de Adán tristemente pesaría sobre nuestras cabezas como loza pesada que nos aprisiona y nos condena. Más dichosa fue la culpa de nuestros primeros padres, no por haber desobedecido al Padre, sino por la muestra tan estupenda de reconciliación que mostro hacia la humanidad. Desdeñar la Omnipotencia Divina, hasta el punto de convertirse no solo en Siervo y Esclavo, sino de convertirse en Holocausto, Altar y Sacrificio, por cuya Sangre quedamos purificados. ¿Qué mente humana es capaz de concebir tal beneficio? ¿Qué mente humana sin inspiración y fortaleza Divina es capaz de dejarse moler mansamente como el trigo para ser convertido en pan que es capaz de dar la Vida?

            ¡Ay Hombre que te empeñas en quedar encadenado! Ni los ángeles pueden descender al Infierno para rescatar una sola alma. Cuanta fue la caridad de Cristo para descender a él para liberar a los cautivos, a quienes durante los siglos esperaban la Promesa del Padre, la promesa de los Profetas, que oraban con incesantes ánimos la manifestación del Redentor. Ellos aguardaban poder contemplar ese Rostro Divino, reflejo del Padre que los había llamado a la esperanza. Más ni el Pueblo de la Primitiva Alianza sellada con Abraham supo ver la Promesa aun tocándola y escuchándola. Que decepcionado pudo haber contemplado el escenario tan atroz de tormentos  indecibles, Abraham desde el seno del Reino, Moisés que fue testigo del amor de Yahvé por sus hijos para romper sus ataduras esclavas. Ver que la sangre que había pedido el Señor para marcar sus moradas, no era otra señal que la preparación para que las verdaderas moradas del Pueblo, las almas, fueran marcadas con la Sangre de Cristo derramada en el Calvario, para librarnos de una plaga aún mayor, que no solo lleva el peso de la muerte física, sino la espiritual, del perdernos por los siglos la visión del Redentor.

            El Sacrificio de Elías para mostrar la magnificencia de Dios ante los falsos dioses, no ha quedado sino opacado por el Sacrificio de Cristo; Elías oraba con ardientes suplicas que su ofrenda fuera tomada de manera agradable, más aun en la justicia recibida, era una obra de alabanza humana, que siendo aún agradable a Dios, no borraba enteramente los pecados. Cristo mismo, por lo contrario, no solo oro para que se mostrara el Amor del Padre, sino para ser capaz de llevar sobre él nuestros dolores, su Ofrenda en sí misma era más meritoria al Padre que los antiguos sacrificios que se renovaban esperando la llegada de la Salvación. Más Cristo no solo es Oferente en suplica, sino en sacrificio puro, inmaculado y santo, pues su mismo Cuerpo lo ofreció para ser triturado e inmolado, es Obra perfecta de amor y de reconciliación.
        
    Cristo, en la apariencia de Hombre, muere, se ha consumido por el Fuego de la Caridad omnipotente de atraer a todos hacia el Padre, es una ofrenda consumida en el ardor del amor y aceptado al Padre sobre el Altar de la Cruz, para descender al lugar de los muertos y hacer valer todos los sacrificios que se ofrecían, y para mostrar a los Profetas y a los Patriarcas que su esperanza no quedaría defraudada, ellos no necesitaron de milagros, ni de signos ya, para contemplar la Promesa del Padre, ahora son participes con él de su misma gloria, porque fueron coronados por el Salvador, en los merecimientos propios de la espera confiada.

            Ahora, nosotros, Pueblo de la Prometida Alianza Nueva y Eterna, sellada con la Sangre de Cristo, caminamos en esa misma esperanza de ver al Señor un día, ahora lleno de Gloria y Majestad, esperando verle primero tal vez, en nuestra muerte, con la esperanza confiada de permanecer después del Juicio en su Presencia, caminamos constantes o deberíamos hacerlo, en la conversión sincera del corazón que enfrenta sus culpas y purifica sus pecados. Para poder gozar de la Promesa ganada por la Sangre de Cristo. Promesa que el Pueblo de la Antigua Alianza ha despreciado, mirando al Salvador y condenándolo al Suplicio, y soberbios sin querer reconocer la salvación ganada por el Redentor, a quien rechazaron abiertamente, al Hijo de Dios.

            Ahora nosotros, caminamos en la nueva esperanza de Resucitar con Cristo, de contemplarle glorioso tal cual es, y suplicando su Venida Gloriosa en la Carne y en la Majestad Divina, que solo el Padre Sempiterno sabe el momento y la hora destinados para ello, y más nos valdría que el Señor nos encontrara velando en oración y despiertos. Que nos encuentre como ceras ardiendo ante su Presencia, para no conocer como él, el ocaso vespertino, sino el lucero que anuncia la claridad del nuevo día que ha disipado las tinieblas del pecado y la soberbia. Que ha quebrantado los pecados, y que ha roto las cadenas de la muerte sobre nuestras almas. Dichoso sea a quien el Señor encuentre preparado aquel día de bendición y de escándalo, día de alegría y de vestiduras rasgadas, día de gozo, de dolor y de rugir de dientes.

            Celebremos con gozosa esperanza estas fiestas pascuales, porque la esperanza tiene un nombre imborrable en los corazones de los fieles, como los dinteles y las jambas de los israelitas, ahora nuestros corazones han sido marcados y sellados con una sangre que no perece como la de los animales, sino con una marca imborrable de la Sangre de Cristo Resucitado, que permanentemente muestra sus Llagas al Padre para que por medio de ellas nos contemple y tenga compasión, por cuyas llagas hemos sido sanados (Is. 53, 5).

            Que levanten nuestros labios himnos de alegría y nuestra lengua proclame las alabanzas de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Surrexit Christus spes nostra,
Scimus Christum surrexisse a mortuis vere.

(Resucitó Cristo Nuestra Esperanza,
Sabemos que Cristo verdaderamente Resucitó de entre los muertos).



Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María


Nihil Obstat
Pbro. Moisés Olmos Ponce
Diócesis de Ensenada


Mexicali, B.C., 15 Abril de 2017. Sábado Santo


miércoles, 12 de abril de 2017

Carta Abierta a los Adoradores del Santísimo Sacramento del Altar II

“El que beba el agua que yo le daré;
No volverá a tener sed jamás,
Sino que dentro de él esa agua se convertirá
En un manantial del que brotará vida eterna”
Jn. 4, 13-14

Hermanos Adoradores:

          
  Ojalá fuéramos verdaderamente conscientes del privilegio tan grande de poder estar a los pies del Maestro, a los pies de Cristo, el Señor. Horas de Adoración nos faltarían si entendiéramos la magnitud de estar ahí. Palabras y fuego nos faltarían para atraer a todos los hombres a esta fuente donde mana inagotable el Amor Divino, porque es un manantial purísimo que sacia toda sequedad humana y espiritual.

            Aquí, a los pies del Señor, se llena todo rincón que yace vacío, se sacia el hambre, se ilumina la tiniebla. El mundo no le conoce y yace vacío, buscando alimentarse de migajas solo por breves momentos y vuelve a sentir hambre; en apariencia sonríe, pero son mortajas que caminan sin vida, porque están vacíos, basta solamente con contemplar su mirada, y vislumbrar que falta la chispa divina. ¡Nos falta la vida en el espíritu! Y es más triste concebir que también nosotros, quienes estamos más cerca, o deberíamos estarlo, yacemos también muchas veces carentes de esa vida.

            ¿Nos escandaliza esto? ¡Y que desgracia es contemplarse en tantos Adoradores! Que deberían ser sino verdaderos campos fecundos donde se ha derramado la Gracia Divina. Si tuviéramos verdadera vida, fecundaríamos al mundo entero con nuestra sola presencia. Más sin embargo, pareciera que somos campos estériles que para nada aprovecha.

            ¡Ay de nosotros! Que sino fecundamos, el día de la cosecha arderá en nuestra tierra un fuego que no se apagará, porque no damos fruto sino cardales y espinas punzantes. ¡Si fuéramos tan solo verdaderos oasis! El mundo, con nuestra sola presencia, sentiría gran hambre de buscar esa fuente de la cual nosotros nos saciamos. Pero pobres de nosotros, y que mal dejamos a Cristo porque le adoramos sin entendimiento ni amor. Así no podemos pretender que otras almas lo conozcan y le amen, si nosotros somos troncos secos e ignorantes. No somos capaces de ser aroma fragante de Cristo, incienso que suba a su presencia agradablemente.

            Escandalizados, sí, de nosotros mismos, de nuestra miseria que no somos capaces de remediar, que nos hemos conformado con ella y que pretendemos que ella sea olor fragante de Dios. ¡Qué engañados estamos! Si mirásemos nuestras pobres almas como el Señor las contempla, mucha misericordia sería que nos permitiera morir al instante, con tal de no despreciarle más, pues pretendemos hacer de la Gracia Divina cómplice de nuestra necedad sin llegar a ser capaces de mover un solo dedo para remediar nuestro mal.

            No nos extrañe que de esta manera nuestros Tabernáculos estén abandonados, empolvados y llenos de telarañas, cuando nuestro espíritu es nido de alimañas ponzoñosas de pecado y de tibieza, en lugar de ser vasos preciosos dignos, donde el Señor tenga su contento. Fuego estamos recibiendo y cuanto quisiera el Señor que ardiera hasta el punto de consumir nuestra pobre existencia para que solo sea él, quien brille delante de nosotros, y por nuestra presencia, llegue a quien anhela llegar por medio nuestro.
           
Por Misericordia, el Señor nos permite estar delante suyo, para gozar y deleitar un poco del fruto que nos espera en la Vida Eterna. ¡Porque entonces nos empeñamos en malgastar este tiempo de Gracia! Pobres almas que no lo valoramos. Mucho esfuerzo es necesario para entender esto, negación y renuncia del mundo que nos engaña y un espíritu muy firme para combatir esta batalla. Los ángeles adoran eternamente la majestad de Dios en su presencia, y nosotros aquí en la tierra, vamos gozando un poco de esa eternidad cada que nos postramos delante de Jesús en el Santísimo Sacramento.

            ¡Cuánto desearía Hermanos que nosotros conociéramos realmente esta grandeza! Más poca es nuestra fortaleza humana para poder resistir tanto amor, porque si el Señor nos concediera tal dicha de experimentar en el alma un rayo del Amor Divino, seguro estoy que moriríamos en el instante, y nuestro corazón explotaría de indecible alegría.

            A Cristo, de amor, una lanza traspaso su Sacratísimo Corazón para poder darnos vida, y ha querido que permanezca abierto, no solo para saciarnos como manantial cristalino que es, sino para hacer en él nuestra morada. Para dar fruto en gran abundancia, por Él, con Él y en Él. Si echamos raíz en el Corazón Eucarístico de Jesús, como él lo anhela, jamás tendríamos la desgracia de ser terrenos infértiles. Dios nos conceda no tener tan espantoso estado de alma, más sin embargo, como somos muchas almas que por desgracia caemos en esta cuenta y gran desolación, que nos atienda con la luz necesaria para entenderla y empezar a remediar nuestros males.

            No nos faltará la Gracia siempre que la clamemos con amor y esperanza que bajará a nosotros como rocío, y nada regresará al cielo, sin antes haber fecundado y dado mucho fruto.  El Señor que conoce nuestros corazones nos asista y tenga mucha Misericordia de nosotros.


Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María


            Mexicali, B.C., 13 DE Abril de 2017. Jueves Santo de la Pasión del Señor.

viernes, 7 de abril de 2017

Adoración al Santísimo Sacramento el Jueves Santo: Misterio de Salvación

Hora Santa
Jueves Santo 2017
MISTERIO DE SALVACIÓN

Exposición del Santísimo Sacramento en el Monumento

Siervo de los Siervos

            En la noche del amor, Jesús enseñando claramente y sin parábolas,
acercándose a sus Apóstoles les amo hasta el extremo, se convierte en sirviente, se convierte en alimento frágil, los Apóstoles no aciertan en su cabeza como es posible que el Redentor del mundo se rebaje a la condición de esclavo. Se miran entre sí, estupefactos. Y el Señor, Creador del cielo y de la Tierra, se hace uno con ellos aun siendo siempre el primero.

            “Si alguien quiere amarme, que guarde mi Palabra, mi Padre le amará, vendremos a él, y haremos en él nuestra morada” (Jn. 14, 23). “Quien busque ser el principal entre vosotros, sea el más pequeño y el servidor de todos” (Mc. 9, 35) “Les he dado ejemplo, para que hagan también lo mismo” (Jn. 13, 15). Siervo de los Siervos de Dios, un Misterio enorme, Siervo de Dios, y se convierte en Siervo de los Hombres… ¿No he de concebir en mis acciones lo mismo? ¿He sido siervo obediente del Señor, en vida, en mi familia, en todos los lugares donde camino? ¿Soy verdaderamente luz y sal del mundo… o soy la oscuridad de los abismos? ¿Soy reflejo de Cristo para salvar al mundo o del demonio, para escandalizar y condenar a las almas?

Canto y Breve momento de meditación.

Sacerdocio Eucarístico

            No contento el Divino Redentor con mostrarnos la caridad operante por la
cual se encarnó, ahora se encarna nuevamente de manera aún más misteriosa y prodigiosa, en la sencillez de un Pan. Tomando en sus Venerables manos el pan, le partió y pronunciando la bendición y alabando al Padre le repartió entre sus amigos diciendo: “Esto es Mí Cuerpo, esto es Mí Sangre, háganlo en conmemoración mía”. ¿Cómo es esto posible, que el Redentor del mundo se ponga en mis manos, le triture y le consuma? ¿Cómo contemplar tal Misterio?

            Podríamos decir cómo han dicho ya antes: “¿Cómo puede esté darnos a comer su Cuerpo?” (Jn. 6, 52) y velar nuestros ojos también, endurecer el corazón y dejar de creer. Más la fe nos hace confiar y por eso estamos aquí delante del Señor que se encarna real y sustancialmente en el Pan, cuando el Sacerdote le consagra entre sus manos.

            Ahora te pregunto, ¿crees en las palabras del Señor, o como la muchedumbre necia, lo vas a dejar de lado? ¿Comulgas? Y si comulgas, ¿con cuanta reverencia, amor y dedicación lo haces? O ¿eres como los pájaros que solo por ver pan se acercan sin conocer lo que comes, solo porque te lo ha enseñado la Iglesia y es una obligación creerlo? Que increíble es tener un privilegio que ni los ángeles que le van cara a cara en el cielo lo tienen y tú que eres más inferior a ellos, tienes esta caridad y la desprecias.

Vemos en humanidad a la persona, pero si contemplamos más allá, es Cristo en la Persona del Sacerdote. Cristo le ha instituido para ser representante, “el Sacerdocio, es el amor ardiente del Corazón de Jesús” (San Juan Ma. Vianney), si entendiéramos eso, si suplicáramos por nuestros sacerdotes, muchos no solo se salvarían, sino que llegarían a gran santidad, pero es más fácil criticarlo, verle caer y bailar sobre él, como si no fuera ya suficiente su caída, le servimos al demonio para burlarnos de Cristo, burlándonos y condenando también al Sacerdote. ¿Oras por tú sacerdote? Le críticas y desenvainas la lengua viboril que tienes, pero no eres capaz de elevar una súplica por su salvación, donde te ha lastimado a ti, tú sigues lastimando a otros hablando mal de él. Date cuenta, no hablas mal del sacerdote,  hablas mal y abofeteas a Cristo mismo. ¿O se te olvida que el Sacerdote es Cristo mismo? ¿Qué haces tú para salvar y santificar a tus sacerdotes?

Canto y Breve momento de meditación.

Oración Necesaria, Oración Olvidada

            “Velad y orad, para que no entren en la tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt. 26, 41). Nadie puede ir a la batalla sin antes prepararse, luchar primero con uno mismo y saber de lo que es capaz y lo que ha de liberarse
para poder combatir, pues el más mínimo tropiezo, pone en gran riesgo toda la estructura, como quien quiere construir sin mezclar aun los cimientos. Los ánimos son como el fuego, ardientes en el inicio, pero corre el riesgo de no alimentarlos y poco a poco con los descuidos y aletargamientos, acaba por mermar y extinguirse.

            Cristo, sabía y era consciente de la Obra que debía consumar, no nos extrañe que el terror, ante la humanidad, haya querido abatirlo en aquella terrible Hora del Huerto, donde le fueron puestos delante de sí todo el horror de nuestras culpas, y todo cuanto haríamos por no enmendarnos, por seguir en nuestra bajeza y negarnos a caminar en la conversión. Un dolor de contemplar que muchos de nosotros tomaríamos y volcaríamos sobre la basura tanta Caridad de Jesús, de ser el cordero que se Ofrece para perdonarnos. Llamo a sus más amados, representando en ellos a ti y a mí, para estar con él, más sin embargo, ¡oh dolorosa sorpresa! No hemos podido velar una hora siquiera junto a él. El, el Santo, agonizando hasta el sudor de sangre, Sangre Purísima que es derramada hasta el lodo, y yo, pecador, durmiendo sin siquiera dar batalla alguna.

            Como quiero vencer al demonio si no he comenzado a pelear, sino tomo en mis manos las armas de la Cruz, la oración, el sacrificio y la negación propia. Pobre alma que se entrega a las vanidades de este mundo y rechaza lo necesario, tendrá una maravilla de cadáver al morir que comerán los gusanos y un alma que ira al horno sin descanso por no entender cosas de gran valor como es el velar y orar para estar junto con Cristo.

Canto y Breve momento de meditación.

Agonía de Sangre


            
             Contempla el escenario tan cruel, Cristo flagelado, humillado, escupido, y él, el inocente: callado, manso y obediente. Cada golpe no solo en la espalda, en sus brazos, en sus piernas, en su Divino Rostro, no fueron realmente los soldados quienes lo han desfigurado, he sido yo y has sido tú, figurado en ellos quienes lo hemos rebajado a semejante estado de verle hecho triturado. El Padre lo ha hecho grano fecundo triturado con la Gracia de devolver la Vida, como sustento para la enfermedad original. Sangre que no se derrama por muchos, sino por Todos los Hombre, aun cuando estos, lastimosamente le rechazan y le injurian. Sí, también para ellos ha tenido Gran Misericordia.

            Un Jesús puesto delante de Pilatos, ante el cual piden no solo el escarmiento ante un delito que no ha cometido, sino que además, le han hecho, le hemos hecho, reo de muerte. “He ahí al Hombre”, contempla y mira al despojo que nos entregan, y contempla en él, todo el amor de Dios por ti y por mí. Mira a este Hombre,
reducido a nada, abrazar un madero hiriente y besarlo, como te besa a ti, y me besa a mí, a pesar de nuestros pecados, y siente como dice a tu corazón: “Mira que ha nuevo en todas las cosas, como te perdono, como te renuevo, todo lo que te amo”. ¿Quedarás indiferente? ¿Seguirás tu vida de infeliz desorden? ¿Qué harás? Camina, cae, nadie tiene compasión de su desgracia que es valor y poder de Dios, salvo algunas mujeres, su Madre Traspasada de Dolores y un pobre hombre que le han dado para que le ayude a cargar el madero. ¿y tú donde estás ahí? Sí, ahí estas, burlándote, ahí estoy yo, empujando la Cruz y gritando: “Camina gusano… a este paso jamás llegaremos… ¿Dónde está el amor que enseñaste? ¿Dónde están aquellos que te seguían?” Sí, también estábamos ahí.

            Mira los clavos, mira y toma una vez más el martillo, y golpea una y otra vez esa mano que se extiende libremente hacia ti, y que yo sostengo para que no quede fuera del madero. ¿No te estremece este Hombre que no grita? Que antes bien solo dice: “Padre, Perdónalos… no les tomes en cuenta su pecado, aquí estoy, Yo pago por ellos”. ¿No te estremece este clamor de Misericordia?  ¿No te estremece su mirada? Mírale… levantado sobre la tierra, bañado en sangre, una Sangre con el Poder de sanar tu vida, de sanar mi vida, que tan solo una gota basta para llegar a los abismos del infierno y acabar con ellos. Todo un Manantial que se derrama sobre ti y sobre mí, y sin embargo cuantas veces hemos brincado sobre esta Sangre para correr a meternos al lodo y a la porquería del mundo y el pecado, seducidos por la voz del demonio.
           
           “Todo está cumplido”, ha terminado la Obra de Dios, la Creación queda restaurada, todo vuelve al Padre y del Padre sale por Cristo. Y El, quiere darnos también a nosotros la promesa que el ladrón arrebato: “Te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Pero nosotros no lo queremos, porque si quisiéramos llegar al paraíso, nuestra vida fuera diferente, trabajaríamos ardientemente por salvar nuestra alma, pero como es más fácil disfrutar que padecer, mendigamos donde siempre volveremos a tener hambre y sed. Y sin embargo, Cristo declina la cabeza, consuma su Sacrificio. ¿Qué haré yo… qué harás tú, cuál es tu propósito de enmienda?

Canto y Breve momento de meditación.


Soledad de María, Soledad del Hombre

            Como no contemplar a María, le hemos arrebatado al Hijo de su vientre, en el sepulcro, no solo se ha quedado Jesús, sino el Corazón de María junto con él. Ella, firme, de pie hasta el final, obediente y libre, más no exenta de la humanidad, aunque cubierta por lo divino, creatura sensible ante los dolores de haber perdido. Pero confiada en la esperanza, en que le verá de nuevo. En que estará frente a frente con el Jesús, glorioso.



            Yo en mis soledades… ¿Qué actitudes tengo? ¿Por qué soy capaz de darle vuelta a un sinfín de quehaceres pero no de esperar? me doy a la locura de la cabeza, pero no confío en quien da todo sosiego y toda esperanza. María permanece en espera, en aliento… ¿Yo estoy preparado para ver al Señor cara a cara el día que me llame hacia él?

            Pidamos a María una gracia muy grande, tan grande como ha sido su amor al permanecer al Pie de la Cruz y aceptar ser Madre Nuestra, que nos prepare especialmente para poder presentarnos dignamente a la hora de nuestra muerte, que este valle de lágrimas, sea un camino de gozo y esperanza con la mirada bien fija en el cielo y los pies con paso sin vacilar al caminar. Que así nos lo conceda, para resucitar a la Vida Eterna.

Canto y Reserva

Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María


            Mexicali, B.C., 07 de Abril de 2017. Conmemoración de los Dolores de María Santísima.

Dedicado al Hno. Joaquín Ruiz Sarracino
Capilla del Espíritu Santo, Parroquia de N.S. del Carmen
Diócesis de Tabasco

Revisado
Pbro. Moisés Olmos Ponce
Diócesis de Ensenada