Adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar
Oración Inicial
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus
fieles
y enciende en ellos el Fuego de tu Amor.
Envía Señor tú Espíritu y seremos renovados,
capaces de incendiar al mundo con el fuego de tu
amor.
Has morada en nosotros, y ven en nuestro auxilio,
por nosotros mismos, no sabemos expresar lo
agradable al Padre,
ora en nosotros Divino Paráclito, con gemidos que no
sabemos expresar,
completa la alabanza de nuestra lengua
para que sea verdaderamente agradable nuestro
incienso.
Te lo pedimos por intercesión del Inmaculado Corazón
de María,
Primer Sagrario de Jesús Sacramentado,
Modelo Fiel y Verdadero de los Adoradores.
Amén
1
Soberano Señor Sacramentado,
a quien adoramos con todo el corazón,
en quien creemos por encima de todas las cosas,
de Quién esperamos todo bien,
y a quien amamos por encima de todas las cosas.
Venimos a Tú Presencia como pecadores,
verdaderamente arrepentidos
a suplicar de Tu Sacratísimo Corazón,
perdón y misericordia, pues por nosotros mismos, por
nuestras culpas,
pesa sobre nuestra cabeza la justa sentencia de la
Condenación,
más con ánimo y corazón arrepentido, nos postramos
ante Ti,
Clamando con humildad que nos perdones.
Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…
2
Perdón Señor, Perdón por los pecados de mi pueblo,
Perdón por la negligencia y la frialdad en nuestro
actuar,
Perdón por los ultrajes que te hieren y te lastiman,
Perdón por la falta de Fe para creer tu Palabra,
Perdón por los escándalos públicos que tan mal
testimonio ofrecemos.
Si tomas en cuenta nuestros delitos, Señor, ¿Quién podrá
defenderse?
Pero Ti, ¡Oh Dios clemente y lleno de bondad! Vuelve
hacia nosotros
la mirada compasiva de la Cruz
y derrama tu Sangre para limpiar la ceguera de
nuestros ojos.
Se
repite en cada Estación
3
Nos hemos vuelto duros y cómplices al haber
derramado sangre inocente,
nuestro suelo está manchado con la sangre derramada
del Aborto,
agrietado e infecundo para producir fruto bueno de
caridad y de compasión.
Hemos endurecido nuestros corazones y hemos perdido
el respeto
por la dignidad de la vida, sintiéndonos dueños de
ella y tomándola
salvajemente como si fuéramos animales en batalla
unos con otros.
Sangre que clama a Tú presencia, ¡Oh Dios! Y que
merece atraer sobre nosotros
de tu mano justiciera la cólera y la ira de poner un
escarmiento.
Sube a Ti el clamor de los inocentes,
como la Sangre
de Abel que fue tomada por Caín.
¿Hasta cuándo Señor, tendrás que soportar nuestra
ceguera y la dureza de nuestro corazón? ¿Hasta
cuándo seremos capaces de abrir los ojos y pedir perdón?
Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…
4
Suba Señor, hasta tu Templo Santo el clamor de
nuestras súplicas arrepentidas,
y descienda sobre nosotros como lluvia y rocío que
nos empape,
la Luz del Espíritu Santo para iluminar nuestras
tinieblas
y despertar del letargo infame que nos ha hecho
presa el enemigo de las almas.
Derrama Tu Sangre sobre nosotros, para ser liberados
de las ataduras del pecado;
Derrama el Agua Purísima que broto de tu Costado
Herido, y purifícanos.
Pues nosotros mismos no somos capaces de abrir los
ojos y entender,
si Tú no nos iluminas, ¿Quién podrá entender? ¿Quién
sería capaz de ver?
Poco es el tiempo que nos queda de batalla
y mucho el trabajo que debemos realizar, toma
nuestra pobre pequeñez
y con ella edifica Tu Reino, somos Soldados tuyos,
dispón como mejor te agrade.
Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…
5
Te hemos despreciado, Señor, cuando te nos ofreces
tan mansamente,
permaneces en nuestros Altares y somos tan ingratos
que pasamos de largo;
caminamos sin contemplarte y a las carreras,
cuando
ni siquiera los ángeles de tu Trono
te desplantan y se mantienen erguidos
con altivez y
soberbia como lo hacemos nosotros.
Y sufres con soberana paciencia nuestra infeliz
ingratitud.
¿Quién puede sorportarlo?
Pero el Amor, ¡sí! El Amor es quien te tiene
prisionero por nosotros en el Sagrario,
siendo Dios, la Majestad del Cielo y de la Tierra,
te has querido humillar con nosotros,
te has querido encarnar nuevamente en el Pan y en el
Vino,
¡Pero somos tan ingratos!
Te despreciamos y muchísimas
veces si nos acercamos a Tú mesa,
No llevamos la pureza de los ángeles que deberíamos convertirnos
para adorarte,
sino los demonios que con insolencia te blasfeman,
pues nos acercamos al Altar llenos de pecado y
podredumbre espiritual.
Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…
6
Nos has donado el Sacerdocio, más… ¡cuántos de
nosotros lo despreciamos!
cuantas veces conocemos una caída de tus Hijos más
predilectos, los Sacerdotes,
y no somos capaces siquiera de elevar una oración
por ellos.
Necesitan de nuestra oración y misericordia,
así
como nosotros la necesitamos de ellos
cada vez que nos acercamos a los Sagrados Misterios
de los que son dispensadores.
Más sin embargo, somos los primeros en condenarlos,
en apedrearlos,
no con tejas, pero si con nuestro resentimiento,
incluso llegando a matarlos, ¡sí!
a matarlos espiritualmente muchas veces con la
calumnia, con el resentimiento.
Hacemos la obra del demonio que quiere ver hundidos
a los Ministros del Altar,
pues si cae el Sacerdote, caemos al infierno
nosotros, nuestras almas también.
Y cierto es que agredimos a la persona, pero más que
nunca,
es cuando volvemos a injuriar a Cristo, pues el
Sacerdocio,
es el mismo Corazón Traspasado de Jesús que se nos
entrega para la Salvación.
Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…
7
Mira Señor, lleno de compasión a tus Ministros, tus
Sacerdotes,
que son tan grandemente tentados
y sacudidos por el
mundo, el demonio y la carne.
Purifica su amor, para que sean capaces de amarte
por encima de todas las cosas,
ten misiericordia de aquellos que se han dejado
envolver en la frialdad
y que han olvidado el Don que les has encomendado,
derrama sobre ellos el Fuego que brota de tu
Corazón,
para que ardan en verdadero amor,
y queme toda la escoria innecesaria que ha hecho
nido en sus corazones,
Sé Tú, el único amor de su corazón, crucifícalos
junto contigo,
para que muertos al mundo, puedan dar el verdadero
fruto abundante,
puedan ser la sal y la luz
que el mundo tanto
necesita en estos tiempos de confusión.
Que te amen solo a Ti y que por Ti sean capaces de
desgastar toda su vida
sin menospreciar incluso, por amor a Tú Voluntad, el
mismo derramamiento de su sangre.
Padre Nuestro… Ave María… Gloria Patri…
Ofrecimiento de la Estación
En memoria de Tú Pasión Santísima,
venimos a postrarnos a tus plantas, Señor,
con el alma verdaderamente afligida,
por la ingratitud de nuestras ofensas que claman
justicia al cielo.
Permíteme entrar y contemplar Tú Presencia,
Alabarte, adorarte y reverenciarte,
presente en el Santísimo Sacramento
y concédenos la gracia de recibirte cada vez más
con fe y amor, conscientes de nuestra pequeñez,
para ser capaces de abandonarnos en tus brazos
como el niño en el regazo de su Madre,
y en la firmeza del cariño paterno.
Enciende nuestros corazones con el fuego de Tú
Caridad
Y calienta nuestro fervor para que no sucumba
y se embriague con la frialdad del mundo.
¡Adorado Seas en el Santísimo Sacramento!
¡Adorado y siempre amado por todos los hombres en el
mundo entero! Amén
Mauricio
Parra Solís
Ecce
Ego Quia Vocasti Me
Ciudad y Diócesis de Mexicali, B.C.,
13 de Junio de 2017. Año Jubilar del Centenario de las Apariciones de Nuestra
Señora en Fátima.
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