jueves, 14 de diciembre de 2017

Inmaculada Concepción de María


"ALEGRATE MARIA, 
LLENA ERES DE GRACIA, 
EL SEÑOR ESTA CONTIGO"

Estas palabras, denotan una especial predilección de la Santísima Trinidad por la figura de María. Palabras que en la Historia de la Salvación, no se han pronunciado a ninguna otra criatura, ni mucho menos, se ha encontrado otra que merezca semejante mérito.

Contemplar el Misterio de la Purísima Concepción de María, es contemplar la perfección de Dios. La promesa de Salvación y el Triunfo de la Gracia sobre la esclavitud del pecado. El demonio, satanás, quiso enaltecerse por encima de la Majestad de Dios, María, por el contrario, ha querido permanecer en silencio, esclava, y delante de Dios se realiza aquello que Jesús manifiesta en el Evangelio, "el que quiera ser grande, que se haga pequeño". Eva desobedece por la desconfianza que siembra el Maligno en su mente y en su corazón, desconfianza que esta anclada en lo mas profundo del Corazón humano, desconfía, porque no a aprendido a verle como Padre. En cambio María, obedece porque confía, conoce a Dios en el silencio de la oración, y sabe que abandonándose a Su Voluntad, encontrara la solicitud paternal a sus suplicas, sabe que no sera defraudada.

La Concepción de María, no solo es motivo de algarabía para la raza humana, el cielo se estremece al mirarla, los ángeles rompen en llanto de gozo y prorrumpen sus labios en aclamaciones y alabanzas, es la Madre del Cielo y de la Tierra, la Luna que viene a brillar con el resplandor del Nuevo Sol que viene a traer la Salvación, a calentar las almas frías y a incendiar las almas tibias. María brilla, pero no con luz propia, sino con la Luz de Cristo, que aun siendo su Hijo, reconoce que es si Señor, y se regocija en el anonadamiento de su servicio, porque conoce que ella lo porta, como Primer Sagrario que habito el mundo.

Dichosa Tu María, que has encontrado gracia delante de Dios, porque cuanto se ha anunciado se cumplirá, y seras digna de contemplar las maravillas de la salvación. Eres la Puerta del Templo de la Nueva Jerusalén, la aurora matutina que anuncia la llegada del día eterno, del día de jubilo y festejo, del llanto de gozo. Alabada y glorificada te bendicen las generaciones porque el poderoso ha hecho obras inmensas, te han mirado con Misericordia y Regocijo y has sido enaltecida por encima de toda la Creación, para que dominaras a las Naciones con bastón de Misericordia, de Maternal solicitud, la dispensadora de la Gracia, la Primera Hija de la Salvación.


Mauricio P. Solís
08 de Diciembre de 2017

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