viernes, 7 de abril de 2017

Adoración al Santísimo Sacramento el Jueves Santo: Misterio de Salvación

Hora Santa
Jueves Santo 2017
MISTERIO DE SALVACIÓN

Exposición del Santísimo Sacramento en el Monumento

Siervo de los Siervos

            En la noche del amor, Jesús enseñando claramente y sin parábolas,
acercándose a sus Apóstoles les amo hasta el extremo, se convierte en sirviente, se convierte en alimento frágil, los Apóstoles no aciertan en su cabeza como es posible que el Redentor del mundo se rebaje a la condición de esclavo. Se miran entre sí, estupefactos. Y el Señor, Creador del cielo y de la Tierra, se hace uno con ellos aun siendo siempre el primero.

            “Si alguien quiere amarme, que guarde mi Palabra, mi Padre le amará, vendremos a él, y haremos en él nuestra morada” (Jn. 14, 23). “Quien busque ser el principal entre vosotros, sea el más pequeño y el servidor de todos” (Mc. 9, 35) “Les he dado ejemplo, para que hagan también lo mismo” (Jn. 13, 15). Siervo de los Siervos de Dios, un Misterio enorme, Siervo de Dios, y se convierte en Siervo de los Hombres… ¿No he de concebir en mis acciones lo mismo? ¿He sido siervo obediente del Señor, en vida, en mi familia, en todos los lugares donde camino? ¿Soy verdaderamente luz y sal del mundo… o soy la oscuridad de los abismos? ¿Soy reflejo de Cristo para salvar al mundo o del demonio, para escandalizar y condenar a las almas?

Canto y Breve momento de meditación.

Sacerdocio Eucarístico

            No contento el Divino Redentor con mostrarnos la caridad operante por la
cual se encarnó, ahora se encarna nuevamente de manera aún más misteriosa y prodigiosa, en la sencillez de un Pan. Tomando en sus Venerables manos el pan, le partió y pronunciando la bendición y alabando al Padre le repartió entre sus amigos diciendo: “Esto es Mí Cuerpo, esto es Mí Sangre, háganlo en conmemoración mía”. ¿Cómo es esto posible, que el Redentor del mundo se ponga en mis manos, le triture y le consuma? ¿Cómo contemplar tal Misterio?

            Podríamos decir cómo han dicho ya antes: “¿Cómo puede esté darnos a comer su Cuerpo?” (Jn. 6, 52) y velar nuestros ojos también, endurecer el corazón y dejar de creer. Más la fe nos hace confiar y por eso estamos aquí delante del Señor que se encarna real y sustancialmente en el Pan, cuando el Sacerdote le consagra entre sus manos.

            Ahora te pregunto, ¿crees en las palabras del Señor, o como la muchedumbre necia, lo vas a dejar de lado? ¿Comulgas? Y si comulgas, ¿con cuanta reverencia, amor y dedicación lo haces? O ¿eres como los pájaros que solo por ver pan se acercan sin conocer lo que comes, solo porque te lo ha enseñado la Iglesia y es una obligación creerlo? Que increíble es tener un privilegio que ni los ángeles que le van cara a cara en el cielo lo tienen y tú que eres más inferior a ellos, tienes esta caridad y la desprecias.

Vemos en humanidad a la persona, pero si contemplamos más allá, es Cristo en la Persona del Sacerdote. Cristo le ha instituido para ser representante, “el Sacerdocio, es el amor ardiente del Corazón de Jesús” (San Juan Ma. Vianney), si entendiéramos eso, si suplicáramos por nuestros sacerdotes, muchos no solo se salvarían, sino que llegarían a gran santidad, pero es más fácil criticarlo, verle caer y bailar sobre él, como si no fuera ya suficiente su caída, le servimos al demonio para burlarnos de Cristo, burlándonos y condenando también al Sacerdote. ¿Oras por tú sacerdote? Le críticas y desenvainas la lengua viboril que tienes, pero no eres capaz de elevar una súplica por su salvación, donde te ha lastimado a ti, tú sigues lastimando a otros hablando mal de él. Date cuenta, no hablas mal del sacerdote,  hablas mal y abofeteas a Cristo mismo. ¿O se te olvida que el Sacerdote es Cristo mismo? ¿Qué haces tú para salvar y santificar a tus sacerdotes?

Canto y Breve momento de meditación.

Oración Necesaria, Oración Olvidada

            “Velad y orad, para que no entren en la tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt. 26, 41). Nadie puede ir a la batalla sin antes prepararse, luchar primero con uno mismo y saber de lo que es capaz y lo que ha de liberarse
para poder combatir, pues el más mínimo tropiezo, pone en gran riesgo toda la estructura, como quien quiere construir sin mezclar aun los cimientos. Los ánimos son como el fuego, ardientes en el inicio, pero corre el riesgo de no alimentarlos y poco a poco con los descuidos y aletargamientos, acaba por mermar y extinguirse.

            Cristo, sabía y era consciente de la Obra que debía consumar, no nos extrañe que el terror, ante la humanidad, haya querido abatirlo en aquella terrible Hora del Huerto, donde le fueron puestos delante de sí todo el horror de nuestras culpas, y todo cuanto haríamos por no enmendarnos, por seguir en nuestra bajeza y negarnos a caminar en la conversión. Un dolor de contemplar que muchos de nosotros tomaríamos y volcaríamos sobre la basura tanta Caridad de Jesús, de ser el cordero que se Ofrece para perdonarnos. Llamo a sus más amados, representando en ellos a ti y a mí, para estar con él, más sin embargo, ¡oh dolorosa sorpresa! No hemos podido velar una hora siquiera junto a él. El, el Santo, agonizando hasta el sudor de sangre, Sangre Purísima que es derramada hasta el lodo, y yo, pecador, durmiendo sin siquiera dar batalla alguna.

            Como quiero vencer al demonio si no he comenzado a pelear, sino tomo en mis manos las armas de la Cruz, la oración, el sacrificio y la negación propia. Pobre alma que se entrega a las vanidades de este mundo y rechaza lo necesario, tendrá una maravilla de cadáver al morir que comerán los gusanos y un alma que ira al horno sin descanso por no entender cosas de gran valor como es el velar y orar para estar junto con Cristo.

Canto y Breve momento de meditación.

Agonía de Sangre


            
             Contempla el escenario tan cruel, Cristo flagelado, humillado, escupido, y él, el inocente: callado, manso y obediente. Cada golpe no solo en la espalda, en sus brazos, en sus piernas, en su Divino Rostro, no fueron realmente los soldados quienes lo han desfigurado, he sido yo y has sido tú, figurado en ellos quienes lo hemos rebajado a semejante estado de verle hecho triturado. El Padre lo ha hecho grano fecundo triturado con la Gracia de devolver la Vida, como sustento para la enfermedad original. Sangre que no se derrama por muchos, sino por Todos los Hombre, aun cuando estos, lastimosamente le rechazan y le injurian. Sí, también para ellos ha tenido Gran Misericordia.

            Un Jesús puesto delante de Pilatos, ante el cual piden no solo el escarmiento ante un delito que no ha cometido, sino que además, le han hecho, le hemos hecho, reo de muerte. “He ahí al Hombre”, contempla y mira al despojo que nos entregan, y contempla en él, todo el amor de Dios por ti y por mí. Mira a este Hombre,
reducido a nada, abrazar un madero hiriente y besarlo, como te besa a ti, y me besa a mí, a pesar de nuestros pecados, y siente como dice a tu corazón: “Mira que ha nuevo en todas las cosas, como te perdono, como te renuevo, todo lo que te amo”. ¿Quedarás indiferente? ¿Seguirás tu vida de infeliz desorden? ¿Qué harás? Camina, cae, nadie tiene compasión de su desgracia que es valor y poder de Dios, salvo algunas mujeres, su Madre Traspasada de Dolores y un pobre hombre que le han dado para que le ayude a cargar el madero. ¿y tú donde estás ahí? Sí, ahí estas, burlándote, ahí estoy yo, empujando la Cruz y gritando: “Camina gusano… a este paso jamás llegaremos… ¿Dónde está el amor que enseñaste? ¿Dónde están aquellos que te seguían?” Sí, también estábamos ahí.

            Mira los clavos, mira y toma una vez más el martillo, y golpea una y otra vez esa mano que se extiende libremente hacia ti, y que yo sostengo para que no quede fuera del madero. ¿No te estremece este Hombre que no grita? Que antes bien solo dice: “Padre, Perdónalos… no les tomes en cuenta su pecado, aquí estoy, Yo pago por ellos”. ¿No te estremece este clamor de Misericordia?  ¿No te estremece su mirada? Mírale… levantado sobre la tierra, bañado en sangre, una Sangre con el Poder de sanar tu vida, de sanar mi vida, que tan solo una gota basta para llegar a los abismos del infierno y acabar con ellos. Todo un Manantial que se derrama sobre ti y sobre mí, y sin embargo cuantas veces hemos brincado sobre esta Sangre para correr a meternos al lodo y a la porquería del mundo y el pecado, seducidos por la voz del demonio.
           
           “Todo está cumplido”, ha terminado la Obra de Dios, la Creación queda restaurada, todo vuelve al Padre y del Padre sale por Cristo. Y El, quiere darnos también a nosotros la promesa que el ladrón arrebato: “Te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Pero nosotros no lo queremos, porque si quisiéramos llegar al paraíso, nuestra vida fuera diferente, trabajaríamos ardientemente por salvar nuestra alma, pero como es más fácil disfrutar que padecer, mendigamos donde siempre volveremos a tener hambre y sed. Y sin embargo, Cristo declina la cabeza, consuma su Sacrificio. ¿Qué haré yo… qué harás tú, cuál es tu propósito de enmienda?

Canto y Breve momento de meditación.


Soledad de María, Soledad del Hombre

            Como no contemplar a María, le hemos arrebatado al Hijo de su vientre, en el sepulcro, no solo se ha quedado Jesús, sino el Corazón de María junto con él. Ella, firme, de pie hasta el final, obediente y libre, más no exenta de la humanidad, aunque cubierta por lo divino, creatura sensible ante los dolores de haber perdido. Pero confiada en la esperanza, en que le verá de nuevo. En que estará frente a frente con el Jesús, glorioso.



            Yo en mis soledades… ¿Qué actitudes tengo? ¿Por qué soy capaz de darle vuelta a un sinfín de quehaceres pero no de esperar? me doy a la locura de la cabeza, pero no confío en quien da todo sosiego y toda esperanza. María permanece en espera, en aliento… ¿Yo estoy preparado para ver al Señor cara a cara el día que me llame hacia él?

            Pidamos a María una gracia muy grande, tan grande como ha sido su amor al permanecer al Pie de la Cruz y aceptar ser Madre Nuestra, que nos prepare especialmente para poder presentarnos dignamente a la hora de nuestra muerte, que este valle de lágrimas, sea un camino de gozo y esperanza con la mirada bien fija en el cielo y los pies con paso sin vacilar al caminar. Que así nos lo conceda, para resucitar a la Vida Eterna.

Canto y Reserva

Mauricio Parra Solís
Esclavo del Inmaculado Corazón de María


            Mexicali, B.C., 07 de Abril de 2017. Conmemoración de los Dolores de María Santísima.

Dedicado al Hno. Joaquín Ruiz Sarracino
Capilla del Espíritu Santo, Parroquia de N.S. del Carmen
Diócesis de Tabasco

Revisado
Pbro. Moisés Olmos Ponce
Diócesis de Ensenada

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